CUENTOS QUE PARECEN CUENTOS LA “TÍA TITA” Y CALLE ESPERANZA

11-06-2021




Monto en mi tristeza y salgo a cabalgar por los caminos de los recuerdos.
En vuestra existencia y la mía, creo que la mejor etapa es la juventud, aquella donde cometemos errores y la experiencia los va rectificando. Experimentamos placeres que nos entrega el inicio del amor, cuando cortamos flores (rosas y claveles) en jardines ajenos para obsequiar a quien pretendemos conquistar.
Hace poco contra mi voluntad tuve que salir al centro de nuestra ciudad y como iba montado en la tristeza, ésta aumentó cuando desperté por un momento de esta horrible pesadilla que estamos viviendo. Contemplé los escaños vacíos de la hermosa plaza, aquellos que ocupaban amigos o conocidos alimentando heladas palomas de otoño, los busqué por calle Independencia hasta la estación y no encontré a ninguno. Ya casi todos han partido.
Saludo a desconocidos y descubro que por encima de la torturadora mascarilla se destacan los lindos ojos de bellas mujeres que saludan con ellos en encantadora sonrisa. Ello me convenció que la provincia de Linares y todo Chile las dota de dos hermosos luceros con distintos colores que con su encanto y ternura derriten las frías escarchas que anuncian un pronto invierno.
Por los caminos de los recuerdos tropiezo con calle Esperanza rememorando aquellos tiempos donde célebres autoridades y conocidos personajes de Linares vestían elegantemente luciendo sus cabellos con “glostora” (fijador fino de los años sesenta) con la intención de conquistar a las atractivas niñas en casa de la “Tía Tita”, donde lucían falda cortísima, como también abierta desde la cintura hasta los tobillos. Ojos notoriamente pintados, de largas pestañas que profesionalmente sabían agitar para lograr un pestañeo conquistador. Escote generoso que acusaban ausencia de sostén.
Lo relatado es de hace muchos años, cuando había pocos vehículos y se podía caminar por calles solitarias sin el peligro de ser asaltados o mujeres violadas. Además, los políticos eran elegidos sin necesidad de estudiar teatro para engañar a los electores.
En aquel entonces estaba pronto a ser mayor de edad, lo cual me permitía llegar a esos lugares prohibidos. Pero me sentía afortunado, ya que era amigo de Alcaldes, Regidores y otros, quienes me invitaban a esas casas de diversión y satisfacción. Bailes apasionados, tropicales de movidas salsas. Tangos que de dos cuerpos se hacían uno solo.
Mi adicción era el baile más que el trago y el quedarse a ocupar pieza y tanto que, el entusiasmo me permitió crear o tal vez plagiar “el baile de la bufanda”…consistía el desprenderse de esta prenda para cazar a la bailarina tirando la bufanda por sobre la cabeza, para luego bajarla suavemente hasta la cintura, allí la atraía hacía mi cuerpo logrando estrecharla y con el ritmo bien logrado de la orquesta, nos subía la tentación, terminando con apasionados besos en aquellos labios rojos ardientes.
Por la misma calle Esperanza había otros lugares de igual diversión, pero de verdad la casa de la Tía Tita, era superior. Recuerdo “La Garza”, la tía Elbia, la Margarita, la Rosa Chica…
Fueron muchos los encuentros en aquellos lugares “pecaminosos”. Pero en años, solo me quedé tres veces a ocupar pieza.
En aquellos años tenía una amiga tan bella como la sonrisa de la luna cuando está recibiendo un beso del sol. Inteligente, fina y demasiado osada. Tanto que, me convenció que la llevara a conocer esos lugares solo para hombres. Se puso terno, corbata y calzó bigotes postizos, acompañándome a casa de la Tía Tita. Lo presenté como mudo y aún la recuerdo sentada en uno de los sofás fumando y con una piscola en la mano.
Yo estaba nervioso y ella no. Algunas niñas lo sacaban a bailar, a lo cual se negaba.
Aunque camine por calle Esperanza y busque a la Tía Tita, a pleno sol o noche iluminada, me encontraré con la nada. Son solo recuerdos que emergen en mi andar solitario.


Carlos Yáñez Olave
Escritor

http://www.diarioelheraldo.cl/noticia/cuentos-que-parecen-cuentos-la-ta-tita-y-calle-esperanza | 29-03-2024 12:03:15