ENCIENDAN LA CÁMARA Y ACTIVEN EL MICRÓFONO: LOS GRANDES MARGINADOS DE LA EDUCACIÓN CHILENA DURANTE LA PANDEMIA

27-07-2021




Sin lugar a dudas la pandemia por COVID-19 ha generado increíbles consecuencias y trasformaciones a nivel mundial. En las sociedades del siglo XXI altamente conectadas entre sí, el efecto de un problema de índole social, económico y político que pueda estar ocurriendo en China, podría rápidamente impactar en países como Chile. Y lo anterior, es específicamente lo que sucedió en nuestro País. El COVID-19 literalmente nos golpeó en la cara, sin más a fines de marzo del año 2020 comenzaron las restricciones, la perdida masiva de empleo, muchas empresas quebraron y por sobre todo hubo un alto nivel de colapso de los sistemas hospitalarios que trajo consigo 35 mil muertes hasta la fecha.
En medio de esa crisis sanitaria han surgido voces críticas que se han levantado desde distintos sectores sociales la necesidad de construir un país más justo, equitativo y por sobre todo inclusivo. Y es dentro de esa coyuntura política y social que desde el 19 de octubre del año 2019 Chile ha transitado hacia un momento histórico que implica la construcción colectiva de una nueva Constitución Política redactada en democracia.
En la misma línea, la gran mayoría de instituciones públicas y privadas que componen el sistema educacional chileno debieron rápidamente buscar las formas de adaptarse a la nueva realidad generada por la pandemia y el contexto de incertidumbre social y política en Chile. Y claro, la efectividad de esas respuestas dependió una vez más de los recursos de cada comunidad educativa.
De acuerdo a los datos entregados por el Municipio de la Pintana mediante una encuesta aplicada a más de 5 mil jóvenes que se logró contactar para saber su situación, se extrae un dato elocuente: un 30,5% no tiene conexión de calidad a internet. La cifra es brutal, un 30% de aquellos estudiantes no tiene acceso regular a clases online por la mala calidad del servicio a internet. Pero, lo anterior, es aún más complicado sino tenemos en consideración a las familias que no pueden pagar un computador adecuado ni mucho menos un plan de internet de calidad.
Más allá del ejemplo tradicional y estigmatizante de la comuna de la Pintana como sinónimo de exclusión y marginalidad, es importante dejar en claro que una amplia mayoría de las escuelas municipales en donde se educan las familias más pobres de Chile. Según una encuesta aplicada por la ONG educación 2020 en noviembre del año 2020, en la región metropolitana al menos un 60% de los estudiantes encuestados declara no participar activamente de las clases online. Y claro, esos estudiantes son alumnos de escuelas municipales.
En términos de aprendizajes, según los datos entregados por el MINEDUC durante agosto del 2020 los estudiantes perderían desde un 64 % del aprendizaje en el quintil más rico, hasta un 95 % en el quintil más pobre. Y nuevamente la pandemia como una especie de vergonzoso autorretrato que refleja nítidamente nuestras falencias como sociedad.
Es lamentable, pero, honesto reconocer que la educación (al menos la municipal) es una gran reproductora de la pobreza y acrecienta la desigualdad social. Hoy en día los apoyos del MINEDUC se han limitado a proponer una reducción de los objetivos de aprendizaje que se deben lograr (bajar la cantidad lecciones), dando prioridad a lo realmente relevante según ellos. Pero, curiosamente esa propuesta necesita internet de calidad y un computador adecuado. El ministro Figueroa constantemente a promovido el regreso a clases presenciales, apelando a lo irremplazable de estas en el aprendizaje. Y es verdad, el ministro tiene razón, pero, en un contexto en donde la pandemia ha desnudado la enorme brecha social y entre lo más ricos y más pobres, el primer paso sería dotar a los docentes y estudiantes con buenos computadores y planes de internet de calidad, claro si es que realmente el objetivo de sus constantes diatribas con el gremio docente es lograr aprendizaje y evitar que la brecha social siga en crecimiento.
Es importante considerar que hoy en día la educación chilena responde a una lógica de mercado, en la cual quienes tengan la capacidad de pago recibirán el mejor producto y/o servicio. En el caso de quienes no puedan pagar deberán conformarse con una educación gratuita, pero, lejos de ser de calidad. Los anterior supone un problema, las familias pobres deberán adeudarse y optar por una educación privada de mayor calidad o resignarse a ver como sus hijos continúan optando a trabajos poco calificados, reproduciendo una vez más la pobreza y desigualdad.
Esa es la gran rueda, el ciclo constante de la violencia social y la vulneración de derechos educativos y de desarrollo humano en un país neoliberal. Después de todo, las consecuencias las pagan los mismo de siempre…

Nelson Castañeda, profesor de Historia, Magister en Educación

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