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viernes 11 de julio del 2025
Opinión 13-07-2022
¡ Nosotros somos los culpables ¡
Es posible que Usted esté preocupado por la actual situación que enfrentamos de momento en Chile. No es para menos. Motivos de intranquilidad hay muchos. Cada día las noticias nos cuentan cómo se le echa más leña al fuego de la caldera social, cuya presión no para de subir alto por varias partes.
De este cuadro adverso se responsabilizan unos a otros y se apuntan los dedos acusadores con tonos excitados. Son muchos los que andan “tocándole la oreja” al adversario que encuentran; nuevamente quieren “armar la rosca”; aunque armada la trifulca, estos serán los primeros en “ahuecar el ala” y perderse.
¿Quiénes son los grandes responsables del enorme desaguisado en que nos hayamos?...
¡ Los grandes culpables somos los de la generación que al momento estamos de despedida !... Ni más ni menos.
No son culpables de esta crisis los jóvenes chilenos, la nueva generación que se está incorporando a la vida y dirección del país.
Dejar caer el peso en ellos constituye la injusticia más grande.
Las dolencias, trastornos, vicios, abusos de cuyas consecuencias padecemos vienen de atrás, cuando nuestros jóvenes aún no habían nacido. Y no desde muy atrás tampoco, porque nuestros padres y abuelos nos legaron un país cultural y moralmente muy superior al del presente. Más pobre si se quiere…pero esencialmente mejor en lo que importa a humanismo y decencia.
Nuestra generación fue la que se desentendió de enseñar a los jóvenes los principios cívicos elementales sobre los cuales se alza la formación del buen ciudadano.
Nuestra generación despreció la historia de Chile y la Educación Cívica, y llegó a pensar en eliminarlas como ramos obligatorios de la Instrucción pública y privada, a la que se definió como “un bien de consumo”.
Educamos a nuestros jóvenes, aún en nuestros hogares, en la idea que lo importante era tener o llegar a tener muchos bienes materiales (de cualquier modo); no les mostramos que el ser una buena persona, honrada, laboriosa, correcta era la meta de la persona digna. Les dijimos que el éxito económico material era la regla de oro para medirles; que debían prepararse para la competencia individualista en la que todas las armas valen, y no para ser más como personas a través de la cultura; dejamos que la ostentación del consumo desmedido, las marcas, la imagen, las apariencias y el “cartón profesional” como instrumento para ganar más dinero, fueran las metas de sus vidas.
Fue así como nuestra democracia y orden republicano inició su declinación inevitable. Y, para colmo del ridículo, hoy decimos estar “sorprendidos”.
Tanto bajó el conocimiento auténtico de nuestra Historia y de nuestros principios republicanos, tanto bajó la calidad de nuestra democracia, de nuestros ciudadanos e instituciones públicas. Por simple derivación del principio que dispone que nadie puede apreciar lo que no conoce.
¡No!... no son culpables de la crisis nuestros jóvenes. El peso recae por acción u omisión sobre nosotros. La herencia que deja nuestra generación será recordada, seguramente, como la más indigente y pequeña de cuantas se haya conocido antes.
La herencia intergeneracional no son los bienes materiales, no el dinero, no los negocios, las rentas o las propiedades. De las cincuenta familias chilenas más ricas hace medio siglo, muy pocas o ninguna lo son al día. De las cincuenta familias más ricas de hoy, casi ninguna lo era entonces. Así ruedan fortunas y dineros.
La herencia intergeneracional es el honor, el buen nombre, la educación moral, la instrucción correcta, el saber vivir conforme a virtudes, cultura y sentimientos nobles.
Cuando en Chile “empeñar la palabra de honor” vuelva a ser la mayor garantía que puede ofrecer uno a otros, volveremos a tener también una sociedad digna y pacífica.
¡ Palabra de honor ¡
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Luis Valentín Ferrada V.
Freddy Mora | Imprimir | 542