domingo 13 de julio del 2025
El Diario del Maule Sur
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Hoy
Opinión 04-01-2022
AÑO NUEVO, VOLVER A VIVIR
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Hemos celebrado año nuevo, esta vuelta de calendario nos hace darnos cuenta y con asombro nos percatamos lo rápido que pasa el tiempo, o mejor dicho aún, que rápido suceden los acontecimientos de nuestra vida que hacen percibir como si el tiempo pasase rápido. Esto me hace sentido con lo que el filósofo sur coreano Byung-Chul Han describe como una sociedad del rendimiento, que la convierte en una sociedad del cansancio. Se vive el tiempo como una máquina del hacer, que tiene que rendir en el menos tiempo posible. ¿Será aquello la causa de qué se perciba que el tiempo sucede rápido?
Han describe al hombre de la modernidad tardía como un ser cansado, un ser que ha devorado el tiempo para del producir más que un tiempo para vivir. En otras palabras, la vida de muchas personas está organizada por los tiempos del trabajo, al final del día, el insomnio, el reproche de no haber hecho mejor las cosas nos pasa la cuenta.
El agotamiento que sufren las personas de hoy en día, se presenta como agotamiento del alma, que es tan fuerte que no queda fuerza para la vida comunitaria. Las relaciones interpersonales pierden su sentido y su importancia. Hoy los lazos fuertes pierden cada vez más su importancia. Estos son improductivos, porque los lazos débiles aceleran por sí solos el consumo. Esta situación hace que el otro desaparezca de una manera tan imperceptible que ni siquiera somos conscientes de ello.
No sé si se recuerdan el encuentro entre el principito y el zorro en el libro de Saint-Exupéry, cito al zorro: “Los hombres ya no tienen tiempo de conocer nada. Compran cosas ya hechas a los comerciantes. Pero, como no existen comerciantes de amigos, los hombre ya no tienen amigos”. Con este encuentro el principito se da cuenta por qué su rosa es tan importante, porque le dedico tiempo escuchándola.
En medio de esta sociedad del rendimiento, cansada, agotada, que ha sido afecta en las relaciones consigo mismo y con los otros, necesitamos detenernos, escucharnos y escuchar al otro. Quien verdaderamente escucha, presta atención sin reservas a otro. El corazón late ante el otro. Hoy no tenemos tiempo para el otro. El tiempo como tiempo del yo nos hace ciegos para el otro. Solo el tiempo del otro crea lazos fuertes, la amistad y hasta la comunidad. Es el tiempo bueno, es el tiempo que has perdido con tu rosa la que hace a tu rosa tan importante
Creo, que la propuesta de practicar el “no-hacer” - que para muchos es perder tiempo- aunque sea por periodos cortos, no hacer ciertas cosas para dedicarse a vivir, a respirar, a disfrutar del otro, a maravillarse de la naturaleza, para dedicar tiempo a nuestra interioridad, podría ser una buena alternativa, porque es lo único que puede salvarnos de ser almas infartadas, agotadas y aisladas. Hagamos que el tiempo dependa de nosotros, dediquemos nuestra vida realmente a lo que vale la pena vivir.
No nos olvidemos de vivir, que el tiempo pasa sin darnos cuenta.


Angel Arellano Hernández
Lic. en Ciencias Religiosas
Freddy Mora | Imprimir | 908