domingo 13 de julio del 2025
El Diario del Maule Sur
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Opinión 12-03-2022
CUENTOS QUE PARECEN CUENTOS EL LLANTO DE LA SIRENA
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El sol me mira y calienta en un infinito cielo azul. Hermoso y creador de muchos romanos que se incrustan en la memoria de los enamorados.
- Qué lindo y placentero es amar y ser amado. Presionar el cuerpo suavemente en el otro,
hasta sentir los latidos jadeantes del acalorado corazón que con su pasión anulas las responsabilidades implantadas en cada ser. Pero, las hay aquellas que son ineludibles…
Mi vecino Sandro Valentino tenia de visita en casa a su polola Claudia Antonia, bella como todas las Claudias. Tierna, dulce, delicada y transparentemente franca y sincera; abierta como las amapolas cuando quieren esparcir su aroma y sensual como la luna cuando coquetea con el sol al entrar la noche.
El champagne Demi-Sec, sobre la mesa del living se burlaba de dos copas vacías que ofrecían espacio para llenarlo.
Sandro, sonriente y pretencioso conquistador logró con un estampido descorchar la botella, ofreciendo un brindis…
- Hermosa Amada mía. Aquella que con su presencia y bella sonrisa traes rayos de sol a mi
Hogar, quemando mis labios con tus besos que hoy encienden una llama eterna en mi corazón, bebamos en estas copias la fórmula para eternizar nuestro amor!
Entrelazaron sus brazos llevando el líquido a sus bocas, mojando sus labios con un beso ardiente. Un saxofón emitió una suave melodía y entonces la cintura de Claudia fue un tallo de rosa sin espinas en las manos de Sandro Valentino.
Al compás del ambiente apasionado el cuerpo de ambos parecía quemarse. Los labios de ella fueron una rosa roja como cuando el sol se sonroja en un atardecer de primavera…
Claudia no escuchó pero, sí Sandro. La alarma del cuerpo de bomberos, llamaba a sus voluntarios. Él era uno de ellos…
Sus manos aflojaron la cintura, los labios se distanciaron el beso. Ella despertó sus ojos asombrados. La decepción empaño su belleza.
La responsabilidad con la irresponsabilidad, ocuparon la danza.
Claudia Antonia lo aprisionó con firmeza. Sandro Valentino le dió un beso en la frente, como pidiendo perdón y velozmente partió…
- ¡No me encontrarás a tu regreso! Replicó casi con un llanto, la hermosa mujer.
Los ojos de él se empañaron, pero el deber imperaba.
La sirena seguía sonando en ese llamado angustioso, en tanto el fuego quemaba bosques
Y pastizales. En una humilde casa lejana e ignorada los moradores con palas, azadones y horquetas, intentaban un corta fuego. Niños, mujeres y ancianos en un pequeño estero llenaban baldes y otros tiestos.
Los voluntarios con sus dramas ignorados. La esposa de uno de ellos daba a luz en ese instante. En otro hogar una madre no podría despedirse de su joven héroe, más aún cerraba sus ojos en silencio y sin llanto terminaba su existencia. Su bello rostro en la urna parecía sonreír orgullosa.
Mi vecino Sandro venía regresando y por el camino recibía otro comunicado de alarma. Accidentes por socorrer…
La impotencia corría velozmente en el verano dos mil veintidós.
Bomberos, carabineros y otros. Ellas y ellos… tan sólo merecen el cielo?
No Olvidemos que valientes mujeres, también queman sus pestañas en diferentes instituciones.
Y existen irracionales que provocan tragedias, por eso…
Llora la sirena.
El silencio de mi almohada me grita en la noche, preguntando…
Tienen beneficios estos héroes o solo descansan en el anonimato con un llanto de sirena en la noche cuando lo entierran?


Carlos Yáñez Olave
Escritor

Freddy Mora | Imprimir | 777