lunes 14 de julio del 2025
El Diario del Maule Sur
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Hoy
Opinión 08-06-2022
El arte de zurcir
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Antaño, era bastante común observar como labor cotidiana zurcir o remendar alguna desgastada prenda de vestir, ya fuere por el uso frecuente como los calcetines, o por la rasgadura de algo que quedó atascado y al tratar de desprenderla se formó el típico siete. Con paciencia y cierta habilidad se lograba reparar la prenda para seguir usándola por mucho tiempo más. Era una linda labor tratar de prolongar la vida útil de algo que , hoy en día, simplemente se desecha.
No es precisamente signo de ser tacaño, persistir en la idea de la conservación de algo que nos ha servido por mucho tiempo. Es pensar en que nos estamos tornando irresponsables y presas de un consumismo sin sentido.
Se nos ha informado que estamos colapsados en cuanto al envenenamiento global de nuestro aire, de nuestro mar, de nuestro planeta. Lo escuchamos sin reaccionar porque perdimos la capacidad de asombro. Toneladas de tinturas tóxicas envenenan la fauna marina y uno de los motivos es el teñido de telas para cumplir la demanda de renovar el vestuario de acuerdo a la moda y temporada. Por qué no recurrimos a nuestra habilidad para transformar un vestido o pantalón? Incomprensible y paradojal que ahora se rompa la tela para estar a la moda, rasguñándola para desgastarla intencionalmente, hacer hoyos en la ropa lo encuentro el colmo de la insensatez, ( que me disculpen los miles de seguidores de esa moda inocua y ridícula). Es incomprensible analizando fríamente el tema “hacer tiras una tela para dar qué impresión, talvez que al cumplir una manda se recorrió de hinojos, un gran trecho? O me gusta ventilar la rodillas por el calor? Por qué no se pone en “onda” bordar una florcita en la parte que se manchó con cloro?, o simplemente imponer la moda de desteñidos por el sol y el uso, pero de manera natural, como un signo de fortaleza. Debiera seguirse el sistema de la restauración, restitución, renovación como destejer un chaleco y tejerlo con otro punto. Quitarle el cuello a una blusa y transformarla en un bello escote y tanto más que se puede hacer para volver a usar una prenda de vestir. Si a un famocillo se le ocurriera la idea de marcar un precedente exhibiendo en su rutina sólo vestuario reformado, seguro impondría la costumbre y así los miles de fans harían lo mismo. Somos imitadores por excelencia por el roce de la inseguridad.
Puede que esta reflexión resulte un tanto impertinente y políticamente incorrecta. A mi edad, puedo darme ese lujo. pero hay hábitos que debiéramos cambiar y otros que debiéramos tomar o mantener.
Para mí, zurcir es como un arte. Observar a la madre o a la abuela de aquellos tiempos remendar un calcetín al que se introdujo una ampolleta y dio la curvatura necesaria para que la costura siguiera el plano original. Con admirable destreza los dedos deslizan el aguja acariciando la parte dañada con la puntada, grácil y tenue, como armonizando el hilo con la tela, poco a poco, para iniciar una fusión cómplice y perdurable.
Más de alguien recordará los avisos de ciertas ventanas que anunciaban: “se reparan puntos corridos”. Regularmente se corrían los puntos de las medias finas, llamadas de nylon, muy sensibles a cualquier roce quedaban estéticamente inútiles, pero se contaba con ese recurso y así podrían usarse nuevamente. Esos detalles ya no existen, por qué, simplemente porque son desechables y se compran otras y fin. Sería más complicado adquirir estos artículos por falta de recursos?, se le daba más valor al ahorro, o se ganaba menos dinero o el grupo familiar dependía solamente del jefe de hogar porque la madre quedaba en casa y no generaba recursos extras? Pero era una vida más sana, más hogareña, quizás más humilde y precaria, pero cuánto bienestar y comunicación en el ritual del hogar. No existían los celulares, los libros entretenían y se comentaban. Esa dinámica del amor filial y fraternal era tan común como el aroma a café y tostadas al desayuno. Afortunadamente no tiene fecha de extinción pero sí adolece de fragilidad.
Y a propósito de libros, la biblioteca de Linares merece una mención especial, es un tesoro que está a nuestro alcance, con todo lo que exige el confort y espacio para permanecer hora y horas disfrutando de una buena lectura. Nada que envidiar a otras ciudades. Desgraciadamente es un bien que pocos disfrutan y es una gran pena. No saben lo que se pierden los niños, jóvenes, adultos y viejitas como yo. Es entrar a otro mundo, el que nos convenga más de acuerdo a nuestras tendencias y gustos. Es un universo donde las letras salen al paso como las amigas incondicionales y dispuestas a darnos un recorrido por cualquier parte de la historia, del cuento, del misterio, del pensamiento con cada argumento, cada relato, cada poema, cada prosa. Está ahí, al alcance de la mano. Un gran acierto nuestra hermosa biblioteca. Recomendable para todos y todas.
Hoy más que nunca, es imprescindible refugiarse en la lectura para alejar todo lo malo que está sucediendo, rescatemos la lluvia y atesoremos parte de ella para humedecer el árido ambiente que ya se instaló en todo el sistema audiovisual y redes sociales.
Estamos padeciendo esta arremetida de noticias falsas, otras maquilladas y otras verdaderas, que nos sacuden el pensamiento precipitando las ideas a un vendaval que confunde y aturde. Poco se entiende porque cada uno se arroga el privilegio de ser dueño de la verdad. Todo este movimiento tiene un principio y un fin: la codicia. Y como dice Antonio Machado:
“Aunque la codicia tiene redil que encierre la oveja, trojes que guarden el trigo, bolsas para la moneda, y garras, no tiene manos que sepan labrar la tierra. Así, a un año de abundancia siguió un año de pobreza.”
Así como zurcimos la ropa , tratamos de zurcir la vida, arreglar los grandes baches ocasionados por la ambición, como la guerra, y tristemente nos damos cuenta de que las decepciones abundan más que la esperanza.


(Tily Vergara)
Freddy Mora | Imprimir | 1143