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Opinión 02-03-2022
EL EJÉRCITO DE LOS CHILENOS

Es curioso (o, más bien sospechoso) comprobar la contradicción que nos ofrecen a diario buena parte de los medios de comunicación: por uno o diez motivos diferentes, se resaltan diariamente en ellos con grandes y alarmantes caracteres, las peores noticias relacionadas con el Ejército y sus soldados, Oficiales, SubOficiales o clases. Y, por otra parte, cada tanto, esos mismos medios se publican los estudios que centros profesionales independientes realizan periódicamente para medir los niveles de confianza o desconfianza que nuestra ciudadanía manifiesta por las diferentes instituciones públicas que actúan en nuestra vida pública y por quienes las integran o se desempeñan en ellas porque, en tales mediciones, nuestro Ejército figura con los más altos índices de confianza.
Frente a los Partidos Políticos, al Congreso Nacional, al Gobierno, al Ministerio Público o Fiscalías, a los Tribunales de Justicia, la opinión pública refleja niveles miserablemente bajos, que explican (aunque no justifiquen) por qué la Convención Constitucional aspira en sus delirios a demolerlos, sustituirlos de raíz o transformarlos completamente.
A los mismos medios de comunicación como la Televisión, Internet, Redes Sociales y demases – con la única excepción de las Radios – les sucede igual cosa. Los ciudadanos manifiestan por ellos la mayor desconfianza, hasta parecer que al presente, entre nosotros, ya nadie cree en nada ni nadie.
Revise usted por sí mismo (“desengáñese por sus propios ojos”) qué dicen los estudios de percepción ciudadana sobre la confianza ciudadana hacia nuestras Fuerzas Armadas, el Ejército y Carabineros, en comparación con las demás instituciones públicas, incluido el propio Gobierno y sus reparticiones.
Las Fuerzas Armadas, el Ejército, Carabineros y la PDI, multiplican los niveles de confianza ciudadana positivos por tres, cuatro o más veces la de aquellos otros que los tienen en la mira con la peor mal voluntad. Pareciera que aquellos en quienes menos confianza se tiene, procuran endosar su indigente desprestigio y a quienes más prestigio conservan.
Nuestros ciudadanos saben - a pesar de todo cuanto se les escriba y machaque a mansalva en sus conciencias - que nuestras Fuerzas Armadas y de Orden valen mucho más que sus críticos y juzgadores públicos; que ellas, en realidad, representan y pesan más en el pensamiento nacional que la mayor parte de las demás instituciones chilenas, públicas y privadas; y que el pensamiento positivo de los chilenos sobre sus instituciones militares permanece invariable por más que se empeñen ciertas manos oscuras en desprestigiarlas.
¿A qué se debe esta manifiesta contradicción entre aquello que se propala desprestigiando con grandes voces y mucha tinta a las Fuerzas Armadas y de Orden de nuestro Estado, a sus autoridades e integrantes, y lo que la ciudadanía expresa reiteradamente como sentimiento de confianza y respeto por ellas?...
Al presente, en el mundo entero se lleva a cabo una nueva forma de provocar conflictos, guerras, luchas, ataques que se denominan “HIBRIDOS” y que se basan en estrategias y tácticas en las cuales se utilizan, conjuntamente, toda clase de medios y procedimientos que van desde el uso de las armas convencionales o conflictos tradicionales, las estrategias de ataques irregulares como la insurgencia, el terrorismo, y hasta el empleo de las modernas tecnologías de la guerra cibernética, las noticias falsas, la diplomacia hipócrita , la lucha jurídica por la desintegración de los estados de derecho nacionales, la manipulación orquestada y dirigida de las redes sociales, y todos aquellos medios directos o indirectos que provoquen influencias negativas o desquiciadoras sobre las conductas y ánimos de la población que se intenta socavar, desequilibrar, desestabilizar, fracturar, fraccionar y en definitiva disolver en su unidad elemental, sin la cual la sociedad vulnerada no puede existir.
“Es un nuevo tipo de guerra que "viene a dar por superada la guerra asimétrica (ejército convencional contra fuerza insurgente)". Una ventaja de esta estrategia es que el agresor puede evitar que le atribuyan el ataque (una idea en cierto modo similar a la negación plausible).
Se escribe en estos días – a propósito del conflicto Rusia-Ucrania – que éste sería un ejemplo casi perfecto de la nueva clase de “guerra híbrida”, y por ello es objeto de atentos estudios en los más altos centros académicos del mundo.
¿Cómo debe ser, cuales los conocimientos que deben tenerse para defenderse de esta clase de ataques “híbridos” y los métodos, estrategias, tácticas más inteligentes y eficaces para asumir una defensa activa y exitosa frente a los conflictos de esta nueva especie viral que recorre el mundo a través de miles de ocultas “manos negras” ?...
Esta es una interrogante decisiva de la difícil hora que vivimos. Para la que debemos tener una clara y contundente respuesta antes de que se fracturen y disuelvan nuestras sociedades y, paso siguiente, nos dominen en nuevas formas colonialistas esclavizadoras en las que ninguna forma de libertad podrá sobrevivir.
Por de pronto, lo primero que ha de conocerse bien, por todos, es en qué consiste el nuevo modelo hibrido de ataques al que nos encontramos expuestos (porque conocer al adversario y sus métodos es la base de todo triunfo); y, cerrar filas con las instituciones esenciales de nuestro Estado, dentro de las cuales nuestras Fuerzas Armadas y de Orden son, guste o no, las garantes efectivas del poder soberano e independiente de nuestro Estado.
Porque, un Estado sin fuerza coactiva para dar vigor a sus leyes escritas es un león de circo: sin dientes ni garras, frente al cual cualquier disfrazado puede pasar por domador.
Luis Valentín Ferrada V.
Freddy Mora | Imprimir | 726
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