viernes 04 de julio del 2025
El Diario del Maule Sur
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Opinión 18-09-2021
LA PATRIA
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Desde antiguo el pueblo chileno se caracterizó por poseer un hondo espíritu patriótico y, las manifestaciones de este sentimiento, arraigado fuertemente en el alma nacional, fueron muchas y permanentes; en distintas oportunidades célebres, alcanzaron ellas grados superiores, que despertaron la admiración del mundo entero. Aunque los ejemplos se multiplican, el caso de don Arturo Prat, en Iquique, es posiblemente uno de los mayores.
Aún resuena con claridad aquél grito desgarrador de Manuel Rodríguez – llama de esperanza brotada desde el fondo de un espíritu inclaudicable en la dura adversidad – “Aún tenemos Patria ciudadanos”.
A través de nuestra historia, el amor a la Patria como un noble sentimiento, se hizo palpable en las más diferentes actividades de nuestra comunidad nacional.
Mujeres y hombres, jóvenes y viejos, ricos, medianos y pobres, creyentes de unos u otros credos, filosofías, doctrinas o ideas, miembros de los pueblos originarios o los chilenos provenientes de ese río de sangres que durante los últimos quinientos años llegaron a América participándola como su nueva tierra de promisión, se hicieron uno en el auténtico amor a la Patria. La Patria, en permanente construcción , concebida como el hogar grande y común, en el cual todos los hijos cabían sin perjuicio de las naturales diferencias.
Por largos años, la Patria que los chilenos amaban se hacía de muchos modos diferentes, con el esfuerzo, el sacrificio, el trabajo honesto, la generosidad y la Fe de todos sus hijos de varias generaciones. Llegó a ser común entre nosotros una particular forma de saludarnos, resumida en esta hermosa síntesis ya desaparecida:
- “¿ Cómo está doña María?... ¿ Cómo está don Manuel?...
- “!Aquí estamos… señor… haciendo Patria ! ”.
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¿Cómo, cuándo y por qué ese fuerte sentimiento de amor patrio comenzó a decaer entre nosotros ?...
¿Cuándo fue que olvidamos a la Patria?...
¿Cuándo fue que la dejamos de amar?...
¡ Digámonos de una vez la verdad ¡ :
Esta lamentable desgracia moral sucedió a partir de que fue inoculado en el alma nacional el veneno de las sucias y oscuras reglas del “mundo frío e impersonal del dinero”.
Este veneno mortal fue el del materialismo liberal economicista, que proclamó que el TENER era más importante que el SER ; que la vida no era más que una competencia desatada entre todos y contra todos, sin límites ni condiciones; que el consumo de bienes comerciales sería la fuente de nuestra felicidad; y, por sobre todo, que el dinero sería el nuevo dios todopoderoso de la modernidad.
Cuando así ocurrió, todos los ideales humanos comenzaron a decaer en nosotros y, uno a uno, se fueron perdiendo las enseñanzas espirituales recibidas de nuestros padres y mayores por generaciones.
El egoísmo, la codicia, la avaricia, el individualismo, la falta de honradez y el robo, la hipocresía, comenzaron a ocupar en nuestra mente, imperceptiblemente, los sitios que antes ocuparon las virtudes de un sano patriotismo solidario, fundamento esencial de la unidad nacional. En esto ha consistido lo que llamamos corrupción.
Se arriaron las banderas ideales del Chile auténtico. Nos dimos por imitar malamente a otras sociedades lejanas y distintas; y, una porción enorme de nuestra población comenzó a adherir al “partido de los extranjeros”. Cambiamos hasta nuestra forma de hablarnos, incorporando cientos de expresiones extrañas importadas. Acaso los más quisieron dejar de ser chilenos, no les gustó más el serlo y hasta sintieron vergüenza de ello.
Mucho peor aún, con cargo a un pretendido crecimiento económico (porque ya nada era suficiente ni satisfacía los apetitos “ del jaguar de América”) entregamos en los últimos años las principales riquezas y servicios nacionales estructurales al dominio de grandes corporaciones foráneas amparadas por poderosos Estados , sin medir ninguna consecuencia …
El desmoronamiento de la Patria supuso el desmoronamiento de nuestras principales instituciones, que sirven como pilares de nuestro edificio social, y el descrédito y desvalorización hizo presa de ellas.
Todo este cuadro triste e incierto que al día enfrentamos – ya inocultable – no es más que la consecuencia del extravío de los caminos espirituales de la Patria que dejamos de amar, servir y respetar.
El grito desgarrador de “Aún tenemos Patria todavía”… readquiere la fuerza imperativa de un mandato solemne de nuestra historia.
Aún nos quedan ciertas reservas morales en el país – no muchas pero suficientes - sobre las cuales fundar la esperanza de un sincero reencuentro con la Patria auténtica.
¡Volver a amarla, servirla y respetarla ¡… esta es la esencia del Credo que debe inspirar la búsqueda de salida de los caminos extraviados que con paso incierto y temeroso recorremos como peregrinos sin destino.


Luis Valentín Ferrada V.



Freddy Mora | Imprimir | 663