sábado 05 de julio del 2025
El Diario del Maule Sur
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Opinión 16-08-2022
UN DIALOGO FERTIL ENTRE EL PODER Y EL PENSAMIENTO SUPERIOR
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Luis Valentín Ferrada V.

Hubo tiempos en los que la acción política fue campo de siembra de importantes intelectuales y científicos, cultos y humanistas. Tiempos en los que el pensamiento filosófico, moral, humanístico, artístico, científico, fue origen de enormes progresos civilizatorios de la humanidad.
Ilustra el caso de Goethe – “el más grande hombre de letras alemán... el último verdadero hombre universal que caminó sobre la Tierra”, según George Eliot, o “todo un carácter, un acontecimiento único, un hombre total”, según Nietzsche – que es aún iluminador dos siglos ya corridos. El célebre ministro del antiguo Ducado de Weimar, que hasta Napoleón reconoció en su grandeza humana.
Podría hacerse una selección de personalidades cuyo genio más han influido en el porvenir de la humanidad; y, componer con ella una galería gloriosa de estas personalidades, para ser puesta a modo de invitación en cada escuela, liceo o centro de estudios superiores.
Recuerdo haber leído un libro – “Los 100”, de Michael H. Hart - en el cual el autor intenta una selección de quienes serían esas cien personas que más influyeron en la evolución de nuestra civilización durante los últimos tres milenios.
La sociedad chilena también posee su propia galería de personas célebres, quienes impulsaron el vuelo nacional hacia alturas mayores y enorgullecedoras. Por sus pensamientos y obras, el país desplegó sus alas, alzó el sentido de sus sueños ideales y, en días más claros que los del presente, permitieron que marcharan con serena nobleza el valor del pensamiento y el poder político, tomados firmemente de la mano.
Sin embargo, la verdad anterior se oculta tras un oscuro manto de olvido (quizás tendido por un inconsciente pudor o sentimiento de vergüenza).
Se experimentó entre nosotros la trágica separación entre la cultura y la política, el pensamiento superior y la acción pública, y sobrevino inevitablemente el dominio imperativo de los “operadores políticos”, los expertos en maniobras, cálculos, máquinas y artilugios conductivos del voto electoral y llegaron a ocupar los sitiales decisivos del quehacer nacional no quienes debían y merecían sino, al revés, los menos aptos para ejercer una autoridad verdaderamente respetable.
Así fue cómo el poder público, desnudo de toda inspiración superior, indigente de todo pensamiento, cultura y filosofía , huérfano hasta de la sensatez de la persona común, despojado de toda nobleza, fue colonizado bajo la falsa ideología materialista del “cosismo” de bagatela. Esa rémora indecente que recuerda los engaños de los viejos conquistadores de pueblos, territorios y enormes riquezas, despojados a través del engaño de la dádiva vergonzosa de pequeños espejos, vino y oropeles de fantasía.
La política reducida a la mera prestación sistemática de pequeños beneficios y cositas materiales a poblaciones o grupos de personas expuestas a urgentes necesidades graves, abrió el campo de la conciencia social a todas las distintas clases de materialismos – comunismos, liberalismos economicistas y populismos caudillistas - al fin gemelos materialistas vestidos de modos distintos, pero de iguales raíces.
De esta realidad provino el desprestigio de la política en la conciencia desencantada. Así fue perdida la confianza pública y así cundió el desengaño social hasta la desesperación y la rabia.
Toda política que carece de espíritu, de cultura, de inteligencia superior, de épica y de sueños nobles, jamás puede abrir nuevos caminos hacia el porvenir. Se entristecen los ánimos de un pueblo que no puede cruzar la vida sin grandes esperanzas y anhelos humanos.
En la brizna de tiempo que nos ha tocado vivir, no se encuentran dirigentes que alcancen esa envergadura humana necesaria para que a su sombra crezca la confianza y se quiebren los sobresaltos y se apacigüen las aguas revueltas.
No se encuentran los ejemplos de conductas, los servidores de principios y valores, los que no se hayan sujetos a mercadeos ni encuestas, ni publicidades engañosas, y sean capaces de abrazar la decisión valiente sobre la duda cobarde.
La gran política es propia de las personas capaces de “arriesgar todo su prestigio, por sostener una idea en la que creen”.
¡Pero vendrán por el monte hacia la llanura nuevos mensajeros de buenas noticias y luces de paz!... La fe no deja espacio al desfallecimiento. Llegará el tiempo en que la cultura, el valor del pensamiento superior y la política volverán a abrazarse nuevamente. Y entonces nuestra Nación se reencontrará con su verdadero destino.



Freddy Mora | Imprimir | 514