10-07-2021
La madrugada del día dos de Julio de dos mil veintiuno, el rio Ancoa sobre sus aguas dejaba navegar lagrimas frías de la nieve que dibujaba tu nombre: ALEJANDRO “JATO” CABELLO MUÑOZ (Anunciando tu pronta partida).
Al día siguiente en la portada del Diario El Heraldo, acusaba una triste y casi poco creíble dolorosa noticia: … “PESAR EN LINARES POR FALLECIMIENTO DEL CONOCIDO FOLCLORISTA ALEJANDRO “JATO” CABELLO”.
Quizás casi todos te pedían volaras muy alto, en tanto yo muy en silencio musitaba… - ¡Jato, estimado amigo “no vueles tan alto, para así tenerte siempre con nosotros”!
Tú tan generoso, amigo de los amigos y también de los por conocer, satisfaces volando alto y también bajito. En uno de tus vuelos pasaste por mi casa al anochecer del día dos, trayendo a mi memoria cuando tu tenías once años risueños y coquetos, asistiendo a festivales de la canción en el embalse Ancoa. Conquistando amores de niño y orgulloso del cantar de tu padre.
Linares quedaba casi vacío, todos deseaban asistir (y también otras comunas y desde Santiago) para escuchar al pequeño gigante de la canción Eduardo Olave y a don Nano Cabello (tu papá), quienes hacían vibrar la precordillera y aplaudir a los copihues, bailar la luna con las estrellas y a los enamorados, ver a sus pololas más bellas.
Don Nano entregó el segundo premio que obtuvo el concursante Eduardo Olave. Creo recordar que el Festival se denominada “La Espiga de Oro”.
En el atardecer de verano, después de escalar los montes, lanzar el anzuelo al río, chapotear en la piscina natural o pozón de aguas claras del Ancoa y rosar la mano de seda de aquel amor recién conquistado, nos acercábamos al lugar donde se desarrollaba el evento.
Las niñas lucían sus vistosos vestidos (el traje de baño quedaba colgado para que el viento de la noche lo secara). Perfumaba sus sedosos y brillantes cabellos, tras las orejas y el cuello dejaban caer unas gotas de colonia que, atraían aún más a los varones pretendientes…
En una de mis asistencias con una belleza de Santiago, llegamos tarde a la participación y actuación de los concursantes, pues protegidos por unas abundantes matas de boldos y maquies, le decía al oído… “acércate más querida mía para impregnar mi cuerpo con el aroma que emana de tus poros” …
Luego quería tener la esencia de su cuello en mis labios y aquellas caricias que ni el alumbrar de la luna frenaban.
Y no era el único. También tú hacías lo mismo, la cual lees sorprendida, creyendo que es pecado.
El tiempo en su rotación dio lugar a tu participación y triunfos. Hasta la falda blanca y ancha de la cordillera coqueteaba con el viento al escuchar tus canciones folclóricas que hacían ecos en el monte. Brotaban las flores silvestres curiosas para atrapar tu melodía y hacer más bello el paisaje.
El Río Ancoa bajaba trayendo en sus aguas tu cantar criollo. Danzaban las golondrinas con los zorzales y los colibríes pintaban mariposas.
Pero Dios es el dueño del cielo y no permitió otro en la tierra.
Vuela bajito para seguir escuchando la picardía del cantar en tus melodías.
Carlos Yáñez Olave
Escritor
http://www.diarioelheraldo.cl/noticia/cuentos-que-parecen-cuentos-jato-la-muerte-no-te-tiene-en-silencio | 30-06-2025 11:06:25