09-05-2025
María Gabriela Huidobro, decana de la Facultad de la Educación y Ciencias Sociales Universidad Andrés Bello
Chile festeja este domingo el Día de la Madre, esta vez, en un año que registra la mayor caída en la tasa de natalidad en la historia del país. Esto ha despertado una serie de debates en los que priman las miradas económicas, que advierten sobre los efectos en los niveles de reemplazo y en las proyecciones de productividad laboral. Tras ello, se elevan las voces que alertan sobre la falta de condiciones sociales y estructurales para que las mujeres tengan hijos, así como la constatación de que la corresponsabilidad sigue siendo una aspiración bienintencionada, pero no una realidad efectiva.
Sin embargo, la problemática debe mirarse desde una perspectiva más amplia, que considere los cambios históricos que nuestra sociedad ha experimentado en el último siglo. En el fondo, a este asunto subyace una transformación cultural.
Después de todo, la carencia de garantías laborales femeninas no es exclusiva de nuestro presente. Por el contrario, años atrás, la situación era peor y no es que antes las mujeres no trabajaran. Sólo algunas, en especial las de clases más altas, podían dedicarse al hogar, pero obreras y trabajadoras asalariadas ha habido siempre, y ellas solían padecer un sinfín de injusticias laborales, debiendo lidiar con el hecho de ser madres y, al mismo tiempo, hacerse cargo de mantener un hogar.
Su maternidad no respondía sólo al hecho de que no hubiera control de la natalidad, educación sexual o derechos reproductivos. También se debía al hecho de que la feminidad se definía por el hecho de ser madres como uno de los propósitos vitales de la mujer. Incluso, los primeros movimientos feministas, que a fines del siglo XIX lucharon por mayores derechos educativos, laborales, civiles y políticos, no renegaron de ello. Llama la atención cómo algunas voceras emblemáticas de estas causas, como Martina Barros Borgoño, Lucrecia Undurraga, Rosario Orrego, Juana Roldán, Inés Echeverría o Gabriela Mistral, se preocuparon de aclarar que, cuando hablaban de la “emancipación de la mujer”, no se referían a renegar de su naturaleza maternal, sino a ampliar sus espacios de participación social.
Con el paso de los años, la situación ha cambiado de forma radical. Al establecerse el ser mujer como una condición de género y como una construcción cultural, la maternidad dejó de ser esencial en la realización femenina. Incluso, en algunos casos, se ha visto con cierto menosprecio la opción de que una mujer opte por dedicarse sólo a su maternidad. Y esto nos plantea el desafío de responder a la caída de la natalidad desde nuevas lógicas.
Si la maternidad dejó de ser un deber ontológico para convertirse en una posibilidad entre muchas, debemos replantear el sentido profundo de este vínculo.
No se trata de romantizarlo o idealizarlo, pero sí de reconocer que, en una sociedad libre y equitativa, ser madre debe ser una opción digna, respaldada y valorada. El desafío, entonces, es mayor al de sólo contar cuántas madres e hijos hay. Debemos dar prioridad a las condiciones con las que se vive la maternidad y la paternidad, y proponernos, como país, estar a la altura de proteger, cuidar e incentivar ese rol con la importancia vital que realmente posee.
http://www.diarioelheraldo.cl/noticia/dia-de-la-madre-en-tiempos-de-baja-natalidad | 09-05-2025 06:05:33