EL GRAN SILBADOR

19-01-2022



Trabajo del Colectivo de Escritores Puentealtinos, Generación 2022
(Angélica Oñate, María José Gallardo, Gilda Lagos, Juan Marengo y Carlos Cabezas)



Él, era un joven de campo, sus emociones y sensaciones estaban ligadas al hermoso lugar donde había crecido junto a los trinos de las aves, cantos, gruñidos y otros bellos sonidos que se comunicaban entre sí, sus temores, angustias y alegrías.
Había aprendido el lenguaje de ellos, los entendía y conversaba con ellos imitándolos. Las aves le contestaban y se acercaban alegres y sin temores. Sus silbidos copaban esos bucólicos lugares.
Un día, sus labores de campo terminaron y él, junto a otras familias tuvieron que buscar nuevos horizontes.
Mientras dejaba su pueblo natal se fue silbando, silbando subió al bus a Santiago y los pasajeros lo miraban extrañados. No captaban ni entendían las sinfonías de sus silbidos.
Llegó a la estación del Metro y vio a todas las personas calladas y corriendo sin comunicarse entre sí, y mientras bajaba las escalas mecánicas, su silbido empezó a colmar los espacios impersonales y silentes de las personas. Los pasajeros comenzaron a sentir extrañas vibraciones cuando él subió al carro y…(Carlos Cabezas)
De su boca brotaban silbidos bonitos, sugerentes y cantarines. Hubo un gran silencio para escucharlo. Las personas que allí viajaban parecían hipnotizadas por aquel joven. En sus mentes se agolpaban todos los recuerdos de infancia. Unos comenzaron a reír, otros a llorar, algunos bailaban y, entre ellos, una joven comenzó a silbar tan fuerte y melodiosa como un ave, llegando hasta la hondonada donde el eco distante le respondía.
Todas las mujeres la miraron con asombro, ella se veía como un hada venida de los bosques para unírseles. Afuera silbaba el viento y las hojarascas se levantaban transformándose en hermosas mariposas de diversos colores. El tiempo pareció detenerse en aquel carro del Metro.
Cuando llegaron a la última estación, aplaudieron con inusitado fervor, sintiéndose plenos y felices; algo mágico había pasado dentro de ellos, borrando penas y tristezas.
Tomados de la mano, ambos jóvenes se alejaron silbando despacito una canción. (Angélica Oñate)
En el ocaso de la tarde, el eco del silbido tenía a gran parte de la ciudad extasiada con la música sonando en sus mentes, aquellos que la oían no podían distinguir si seguían escuchando a la pareja o la música se replicaba de forma natural en sus mentes y oídos, la noche dio paso a que las ondas recorrieran más distancias, comunicados de prensa en distintos países daban cuenta de la extraña melodía; un viejo medio sordo, curioso del extraño comportamiento de la gente, le preguntó a una niña pequeña que ocurría, pudo leer sus labios cuando ella explicaba y entender. Su mente se revolvió a tal punto que el viejo casi se desmaya, recordó un suceso similar que el mismo había vivido años atrás, se quedó sentado en una banca perplejo. Su mirada perdida tenía un dejo de preocupación. (María José Gallardo)
El viejo, al despertar de su letargo, con la impresión en su mente, recordó y en cada nota que cantaba la tropelía en ese instante, busca dentro de su alma y en su arrugado corazón…un recuerdo. Pero llegan todos juntos, el primero y también el último beso que sellaron los labios de la que fue inseparable de sus sueños.
Siguió caminando borracho de amor con sus recuerdos en bandolera, encuentra al Encantador con la Dama de la mano, silbando una sublime melodía en sus labios musicales. El viejo abrió tan grande sus ojos, que al seguir caminando sentía el olor a miedo y felicidad, cuando el viento transparente inunda sus sentidos para escuchar la mágica música que lo llevó a recordar y cuando buscó la soledad, se abrazó a esa juventud que silbaba sin volver atrás, entrando al bosque de sus sueños… el abuelo miró al cielo que no se marchará y que seguirá abrazado a la juventud que seguía silbando. (Juan Marengo)
Pocos comprendieron que la comunicación no parlante del joven silbador se debía a una disfunción genética que portaba desde su nacimiento. Pero a pesar de los aciagos pronósticos en relación a su desempeño intelectual y funcional; el lenguaje sincrónico con el trino de los pájaros, lo llevó a descubrir otra forma de comunicación más excelsa, más sublime que la negada. Cuando hubo que emigrar al igual que las aves, logró llevar su divino don a la gran ciudad, convirtiéndose en manera espontánea en un prominente creador de música clásica sinfónica, gracias a su trino incipiente e inspirador, la música se transformó en su lenguaje y a través de ella comenzó a recorrer el mundo y a develar su alma y su amor a su fiel compañera y que se amaban tiernamente al embrujo de sus trinos silbidos de jilgueros, canarios, loicas y zorzales. (Gilda Lagos)
Pasaron algunos años y el Gran Silbador, invitó a su compañera y a sus hijos, a unos días de paseo a los cerros cercanos de la cordillera frente a Santiago. A medida que se iban adentrando en ella, en sus quebradas escuchaban los ecos de las alegres melodías de una ciudad que ya no era gris y su aire era limpio y transparente. Iban con la idea de nutrirse una vez más de los cantos de las aves y ver las estrellas en todo su esplendor.
Caminaba el grupo familiar, por escarpados senderos, silbando sus mejores interpretaciones, cuando se cruzaron con un arriero y su tropilla y éste les preguntó.
—¿Van a visitar a Don José, el hombre que imita a los pájaros?
El niño mayor, intrigado le pregunta.
—¿Y dónde vive ese señor?
—¡Allá, detrás de esa gran roca que se ve a lo lejos!
El grupo caminó por el difícil y escarpado sendero y se encontraron con una cabaña y unos corrales.
Nuestro Gran Silbador golpeó la puerta y ella se abrió como que lo estuviese esperando. Un impulso incontenible, prácticamente lo obligó a entrar y en las paredes de la cabaña estaban pegados portadas de diarios antiguos y en cuyos titulares amarillentos se podías leer:
—Matrimonio joven sufre grave accidente.
—Esposa fallece y bebé sufre grave traumatismo acústico.
—Esposo, conocido músico, queda con amnesia debido a la pérdida de sus seres amados.
Inmediatamente nuestro Gran Silbador recordó al viejo que conocieron el primer día que silbó en el metro de Santiago, su turbación y casi desmayo.
Presuroso buscó las fechas de los diarios y vio que eran del año en el cual, él había nacido. Un gran escalofrío recorrió su cuerpo. No cabía ninguna duda.
De pronto se escuchó unos bellos silbidos que provenían de la quebrada junto a los balidos de los animales.
Sin explicarles nada a su familia les dijo que vivieran rápido a recibir al dueño de casa.
Todos corrieron al encuentro y padre e hijo de abrazaron con tanta fuerza y amor como se abrazan los padres con sus hijos.
Pasaron con el abuelo varios días felices, todos silbaba, y los pájaros silvestres venían curiosos a observar quienes les hacían tan encantadora competencia de cantos.
Llegó la hora del regreso y de nuevo se encontraron con el arriero quien les dio la noticia.
—La gente de Santiago, ya casi no silba. Hay una invasión de mascarillas, todos deben llevar una de esas cosas obligado que les impide silbar, Santiago se ha vuelto gris y triste.

(Carlos Cabezas)

http://www.diarioelheraldo.cl/noticia/el-gran-silbador- | 29-06-2025 07:06:49