Jurando a la Bandera: se busca autoridad (y plancha para el toldo)

12-07-2025


Augusto Leiva Garcinuño

En la noche del 8 de julio, mientras gran parte de la ciudad se distraía entre teleseries, celulares y la pelea política de turno, en la Escuela de Artillería de Linares ocurría algo profundamente distinto: la Vigilia de Armas. Silenciosa, solemne, invisible para casi todos. Ahí estaban los jóvenes futuros soldados, velando sus armas, reflexionando en silencio antes del gran momento. Lejos de los focos, sin likes ni transmisiones en vivo. Solo ellos, la noche, la patria y un compromiso.

Y el 9 de julio, llegó el Juramento a la Bandera. Un acto que en otros tiempos paralizaba ciudades. Hoy, apenas logró llamar la atención de un puñado de curiosos, unos cuantos familiares y con suerte alguna autoridad que no delegó el honor en un suplente de suplente.

Ni hablar de los candidatos. Ni uno solo se asomó. Parece que la bandera, el himno y el uniforme no rinden tantos likes como una empanada en la feria o un post emotivo en campaña. Y eso que en Linares no faltan los y las entusiastas de las redes sociales… incluso en horario laboral. Pero claro, jurar por la patria no da tanto crédito. Punto a parte, el toldo destinado a las autoridades parecía rescatado del último asado dieciochero. Arrugado, sucio, a punto de rendirse como todo lo que se supone debía cobijar.

Pero a pesar del desinterés institucional en general y el desgano generalizado, ahí estaban ellos: los alféreces y los cabos recién egresados, los soldados conscriptos, esos jóvenes que todavía creen en algo más grande que ellos. Que todavía son capaces de decir “Sí, juro” con el alma entera. Con sus uniformes impecables, su postura firme y sus familias al borde del llanto. Porque ahí sí había emoción real: en las madres que no dejaban de mirar, en los padres que intentaban no quebrarse, en los hermanos que grababan todo con orgullo, en los pololos y pololas que sabían que ese juramento también les involucraba. Eso fue lo único verdaderamente impecable: el marco humano.

Y entonces ocurrió algo que, al menos a mí, me reconcilió por un instante con la ceremonia. Se me acercó un caballero. Vestía sencillo, pero con una dignidad que no se finge. Me dijo que se llamaba Pedro, y que hacía exactamente 50 años, en ese mismo lugar, él había jurado como soldado conscripto de la Escuela de Artillería. Su voz temblaba, sus ojos brillaban. No de pena, sino de emoción pura. “Esto nunca se olvida”, me dijo, con lágrimas que se le escapaban sin vergüenza. “Es lo más importante que hice en mi vida”. Y yo me quedé en silencio. Porque ahí estaba todo. En Don Pedro, en su memoria, en su emoción intacta medio siglo después. Él no necesitaba un acto masivo, ni un discurso. Él ya había cumplido. Pero igual vino. Porque el juramento no se termina nunca.

Hace más de 30 años, yo también juré. Y recuerdo cómo las calles se llenaban de gente, cómo se cantaba con fuerza el himno, cómo las descargas de honor hacían saltar de susto y alegría a chicos y grandes. Había orgullo, emoción, respeto. Hoy, en cambio, pareciera que hasta la emoción fue reemplazada por la indiferencia. Ya no se aplaude el himno. Ya no se respeta el silencio de las armas. Ya ni siquiera se sabe qué se está haciendo ahí.

Es triste decirlo, pero también es justo reconocerlo: nosotros también somos responsables. Por callar. Por dejar de mostrar nuestro orgullo. Por no enseñar a otros lo que significa jurarle a la bandera. Por rendirnos ante la idea de que amar a Chile es algo pasado de moda.

Quizás es momento de levantar la voz. No para gritar, sino para recordar. Que cuando uno jura a la bandera, lo hace por Chile, por su historia, por sus valores...
y también, aunque les incomode, por todos los que prefirieron no ir.

Sí, incluso por ustedes, estimadas autoridades ausentes. No olviden que ustedes representan al pueblo, y esos jóvenes que hoy juraron a la bandera, con orgullo y valentía, bien podrían ser quienes votaron por ustedes, por su sector político, o por la esperanza de un país mejor. Un poco más de respeto, y al menos un mínimo de pudor por el cargo que ostentan, no les haría mal.

http://www.diarioelheraldo.cl/noticia/jurando-a-la-bandera-se-busca-autoridad-y-plancha-para-el-toldo | 17-07-2025 06:07:26