22-08-2025
Romina Irribarra Vivanco
Directora programa Pedagogía en Educación Media
Universidad Andrés Bello - Concepción
El segundo reporte trimestral 2025 de la Superintendencia de Educación evidencia una crisis que afecta el bienestar y desarrollo de niños y adolescentes. Entre enero y junio se registraron 8.678 denuncias a nivel nacional por maltrato físico, psicológico, discriminación y acoso en el contexto escolar. De estas, el 70,8% corresponde a problemas de convivencia entre estudiantes. Este maltrato se amplía también, en algunos casos, hacia adultos dentro del sistema, lo que cuestiona si las comunidades educativas pueden transformar por sí solas esta realidad.
Es fundamental reconocer que la escuela es un fiel espejo de lo que sucede en la sociedad en la que está inserta. La violencia, la exclusión y las desigualdades presentes en el entorno social se reproducen dentro de las aulas. Por ejemplo, en Colombia, se han reportado incrementos similares en casos de violencia escolar que reflejan problemáticas sociales amplias, como la influencia de grupos armados ilegales y la polarización social, lo que evidencia que esta problemática no es exclusiva de Chile.
Además, el entorno mediático y digital juega un papel crucial: los mensajes violentos que circulan con frecuencia en redes sociales, así como en ciertos programas de televisión, normalizan comportamientos agresivos y contribuyen a un clima de hostilidad y desconfianza, afectando a niños, niñas y adolescentes que replican esas conductas en el entorno escolar.
Por ello, la solución debe ser integral y colectiva, incluyendo a familias, autoridades, organizaciones sociales y políticas públicas articuladas. Experiencias internacionales nos enseñan valiosas lecciones. En Finlandia, por ejemplo, la convivencia escolar se trabaja desde la primera infancia mediante programas sistemáticos que promueven habilidades socioemocionales, autocontrol y empatía, combinados con políticas públicas robustas que garantizan acompañamiento constante y apoyo tanto a estudiantes como a docentes. En Canadá, los modelos de intervención temprana y restaurativa han reducido significativamente los conflictos, al enfatizar la mediación y el diálogo como herramientas esenciales.
La evidencia señala que abordar esta problemática solo en escuelas sin considerar el contexto limita su impacto. Un estudio de UNICEF resalta la necesidad de políticas públicas integradas que atiendan condiciones socioeconómicas, inclusión y discriminación desde la primera infancia. En América Latina, el programa “Escuelas Abiertas” en México combina apoyo psicosocial y capacitación docente, logrando mejoras y reducción de violencia.
Las iniciativas presentadas por la superintendenta Marggie Muñoz, como capacitación y mediación, son necesarias pero insuficientes. La persistente alza en denuncias, incluyendo maltrato hacia adultos del sistema —docentes, asistentes y padres— revela la profundidad del problema. Casos recientes de profesores agredidos físicamente, incluso con armas blancas, y hostigamientos muestran el deterioro de la autoridad y respeto en escuelas.
Estas agresiones afectan la gestión pedagógica y crean un clima de miedo e incertidumbre. La violencia contra docentes es síntoma de una crisis profunda de autoridad y respeto que exige una respuesta sistémica. Sin protección ni políticas que fortalezcan la autoridad educativa y apoyen a los educadores, el sistema educativo se debilitará inevitablemente.
¿Estamos dejando este problema solo en manos de las escuelas y familias, cuando su alcance es mayor? Es fundamental repensar las políticas de convivencia escolar dentro de un compromiso social más amplio, que comience desde la primera infancia y articule a todos los actores sociales. Solo así garantizaremos entornos donde se respeten derechos, se valore la diversidad y el diálogo sea la herramienta clave para resolver diferencias.
http://www.diarioelheraldo.cl/noticia/la-convivencia-escolar-como-reflejo-de-la-sociedad | 23-08-2025 06:08:47