UN CUENTO PARA SOÑAR

14-07-2021



La calle, poco concurrida aparecía como inmutable ante la escasa circulación de transeúntes que por temor a la crudeza del frío prefirieron postergar sus trámites para una hora más amigable con la temperatura. Entre la niebla un tanto espesa, era apenas percibida la figura de una anciana que caminaba lentamente al compás de su bastón por lo que a pesar de su premura no podía agilizar su desplazamiento para llegar de las primeras a la oficina de telecomunicaciones. Tenía que efectuar personalmente esa diligencia, podría haber enviado a su hija con un mandato simple pero esta vez debía enfrentarse con la persona encargada para descargar su disgusto ante la tiranía del mercado. Llevaba muy bien hilvanado el planteamiento y el desarrollo de su alegato pero temía que la traicionaran los nervios y todo quedara en nada.
El problema era simple, tenía que pedir que no le subieran el precio de su mensualidad por el servicio de cable, televisión e Internet. Parece ridículo que una mujer con tantos años tuviera como factor principal su preocupación por una cuenta de ese estilo. Pero si analizamos su situación la entenderemos completamente. Su tiempo y su espacio en la vida estaban organizados en épocas normales y no había manera de que el aburrimiento y el temor hicieran presa para una ociosidad permanente.
En tiempos normales, podía leer tardes enteras, escuchar música, tejer, recibir y hacer visitas, celebrar tanta fecha linda demarcada en el calendario. Pero ahora todo se derrumbó . Los años van desgastando la vista y ya no podía leer por lago rato, ni tampoco dedicarse al jardín porque la artritis flagela sus huesos poco a poco, le dificulta hacer cosas y eso la limita al borde de la desesperanza. Para ella, usar Internet es vital, así escucha lectura y se entretiene con los programas envasados, todo por ese mágico camino que significa el computador, o el aparato de TV. Pero cada día se va alejando la posibilidad de disfrutar de esas franquicia. Las famosas empresas no piensan en la problemática de cada consumidor. Usan la publicidad para pavonear sus tremendos avances en comunicación, gastando grandes fortuna es contratar a famosillos que destaquen la maravilla de la marca, como si eso fuese la panacea de su éxito. Nada que ver. La mejor publicidad es la eficiencia. No es necesario que nos metan por los ojos una figura que nos hable de lo buena que es la empresa y cuán beneficiados somos al elegirla, como si la gente fuese tarada e incapaz de apreciar la calidad. Es demasiado humillante ir cada tres meses a estas oficinas del terror para que no te suban la cuota del servicio. Por qué no ahorran lo que pagan en publicidad y en un gesto de nobleza fijan una cuota permanente al adulto mayor?. Esas grandes compañías ganarían lo que exigen sus metas que no son muy bajas, con una apreciación y análisis de lo que necesita el consumidor para llevar una vida más entretenida en estos tiempos en que nuestro hogar nos aísla del resto del mundo y solo podemos tenerlo por medio de una pantalla.
La anciana por fin llega a la oficina, recién abierta al público. Sus manos entumecidas apenas pueden presionar el bastón y conservando la distancia sonríe al joven que la precede en la fila. .El muchacho le da su lugar y ella se emociona. Qué lindo que la juventud se preocupe de los ancianos, piensa para sí. La solicitan en una ventanilla y como puede llega con un nudo en su pecho y no es capaz de hablar porque el corazón le late , puede oír sus latidos lo que le entorpece la comunicación.-- ¿En qué podemos ayudarla?, pregunta amablemente el joven y ella con el temblor de sus latidos le explica que solicita se le mantenga el precio, extendiendo su carné por la ventanilla. Luego sigue la dinámica del trámite y vuelve el joven con una expresión jubilosa digna del anuncio que se ganó el premio mayor. Durante los próximo tres meses va a conservar la tarifa y ahí veremos, explica extendiéndole el carné. Y ella no puede descargar su inquietud porque algo le aprisiona el pecho y está a punto de llorar, ya no tiene la fortaleza para quejarse ante un empleado que sólo cumple su deber. Tres meses más y volver, tres meses más y volver. ¿No puede ser un año de cuota fija? .Alegar para que la vida sea un tanto más amable es lanzar palabras al viento..
Mi intención era escribir un cuento para soñar con un sistema que torne más amable la vida de las personas que no pueden proyectarse a muchos años porque le quedan pocos Generalmente los cuentos tienen sueños hermosos y finales felices. pero este no es cuento ni sueño y no tiene nada de felicidad.

Tily Vergara.

http://www.diarioelheraldo.cl/noticia/un-cuento-para-soar | 03-07-2025 01:07:14