04-06-2025
Dra. Miriam Pardo Fariña
Académica de Psicología de U. Andrés Bello, sede Viña del Mar
Lamentablemente, las peleas con armas blancas, balaceras y otro tipo de ataques, se están volviendo cada vez más recurrentes en los establecimientos educacionales. Dada la gravedad de la situación, se ha formulado la propuesta de colocar detectores de metales en las entradas de los colegios con la intención de detener a tiempo sucesos de considerable gravedad. Cabe preguntarnos, ¿por qué hemos llegado a estos niveles de violencia?, ¿por qué la anomia de nuestra sociedad va acrecentándose hacia niveles cada vez más degradantes?
Es importante señalar que esta realidad expresa la fractura de los vínculos sociales, familiares y escolares. La anomia, carencia de normas sociales, da cuenta de una historia sociocultural deshilvanada, siendo los niños, adolescentes y jóvenes los portadores de actos violentos que carecen de palabra, porque no ha sido posible tramitar los sufrimientos por vías simbólicas y afectivas. Esto da cuenta de deshumanización.
Respecto a lo anterior, se piensa en el detector de metales como una medida urgente para evitar este descontrol desmedido; sin embargo, es una señal paradójica si consideramos que el sistema educativo debe formar a sus estudiantes integrando los ámbitos referidos a lo educativo, emocional y comunitario. Se trata de un trabajo que toma un largo tiempo y en el cual no se vislumbra cómo abordarlo cuando el tejido social se ha roto, por lo que los niños, adolescentes y jóvenes actúan de manera “irreflexiva”, con actos violentos, porque desde mucho antes, desde sus entornos familiares y sociales, no han sido escuchados, o han sufrido maltratos de diversa índole, incluyendo sentimientos de abandono. En tales circunstancias, atacar al otro es la solución más fácil para destruir cuando es el mismo niño o joven violento que ya se siente destruido, sin poseer herramientas cognitivas, afectivas, emocionales, entre otras, para cambiar la mirada de la vida.
Frente a estos hechos, presentar un escenario con detectores de metales, es mostrar a la sociedad de que no hemos sabido encontrar las formas de abordar este problema de manera integral promoviendo la comunicación y el encuentro con el otro. Tampoco hemos sabido reparar y acompañar a nuestros niños, adolescentes y jóvenes. Sólo quedan instrumentos concretos, como un detector de metales, para obtener una sensación de seguridad normalizando que somos sospechosos de posibles actos que algunos cometen.
La educación no debiera reducirse a la lógica de la seguridad, sino cuestionar cómo se pueden establecer vínculos sanos, cómo reformular los Programas de Convivencia Escolar, cómo trabajar con las familias, cómo se puede expresar la frustración sin causar dolor a los demás. Esto no es sólo una tarea para el sistema educativo, es un replanteo que debiéramos tener todos, porque formamos parte del tejido social, para buscar caminos sin permitir que la brutalidad ciega se tome las calles y nuestros establecimientos educacionales.
http://www.diarioelheraldo.cl/noticia/violencia-escolar-con-armas-un-sintoma-grave-de-nuestra-sociedad | 06-06-2025 02:06:10