sábado 17 de mayo del 2025
El Diario del Maule Sur
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Opinión 21-08-2021
A 130 años de la Revolución de 1891 LOS FUSILAMIENTOS DE LINARES Y LA CAIDA DE BALMACEDA
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El 1 de enero de 1891 la prensa maulina opositora al Presidente Balmaceda, destacó en grandes titulares que el mandatario se había puesto al margen de la Constitución: la razón era simple y profunda a la vez: al no aprobársele el presupuesto de ese año, el gobierno decidió seguir actuando con el de 1890.
Intendente de Linares era Emilio Gana Castro, quien dejó apresuradamente su cargo y partió al norte apenas declarado el alzamiento de la Escuadra. Al mando de la ciudad quedaron Federico Castro y Aniceto Varas. La prensa opositora, que estaba representada por “La Patria” fue silenciada, pero logró editar un número, el 7, que apareció el 29 de agosto de 1891, una día después que Balmaceda dejara del poder, en manos del General Manuel Baquedano. Fue uno de los primeros periódicos en aparecer tras la guerra civil.
Apenas iniciado el conflicto, Balmaceda dejó la responsabilidad del gobierno en el Ministro del Interior Domingo Godoy Cruz Domingo Godoy. Fue su gran error. Esa noche, diversos grupos se reunieron en la plaza para deliberar sobre el momento. El 8 de enero, el notario de Linares, escoltado por policías, leyó en las cuatro esquinas de la plaza el bando del Ministro Domingo Godoy donde informaba que desde ese instante, Balmaceda asumía “todo el poder público necesario para la administración y gobierno del estado y el mantenimiento del orden interior”. Similar acto se realizó en otras ciudades. La Constitución Política de 1833 era dejada de lado. Pero lo más grave fue la división de las fuerzas armadas: La Marina se opuso a Balmaceda y se alineó con el Congreso, el Ejército declaró lealtad a la Moneda. El 12 de abril de 1891, en Iquique se formó una Junta de Gobierno, encabezada por Jorge Montt e integrada por Waldo Silva, vicepresidente del Senado y Ramón Barros Luco, que presidía la Cámara de Diputados. De todos los buques de la Marina, sólo el Huáscar unió al ejército. Pero la resistencia a Balmaceda se dio, discreta, pero agresivamente en todos los frentes. Se formó en Talca una Junta o Comité Revolucionario integrado por los socios de esa ciudad y Linares: Vicente Ignacio Rojas, Manuel Chaparro White, José Vergara Correa, Crisòlogo Molina, Ricardo Ahumada, Clodomiro Silva, Virginio Sanhueza, Pedro Marcelo Ruiz y Mateo Donoso Cruz. No se asignaron cargos y todo se hizo en total discreción. De Loncomilla y Linares se convocó a José Astorquiza Líbano y también se integró Ricardo Silva Silva, padre del Cardenal. El 9 o 10 agosto se desarrollaron las acciones de mayor riesgo: se planificó volar los puentes Lircay, al norte de Talca y de Quilipìn, en Villa Alegre, al sur de la estación de Putagán. Lo anterior para impedir el presunto paso de un convoy que llevaría tropas a Santiago a defender La Moneda. En la acción del puente Lircay de Talca se determinó que, una vez escuchado el estampido de los explosivos, los bomberos echaran al vuelo la campana, los complotados salieran de sus casas y apresaran al intendente y demás autoridades. Se suponía que la caída del gobierno era inminente. El puente Lircay no pudo ser volado, ante los disparos efectuados por los soldados que lo custodiaban. Solo lograron destruir un viaducto secundario conocido como Paso Moya. Esa misma noche, la cuadrilla partió a caballo hacia Loncomilla y Putagán a colaborar con José Astorquiza en la voladura del puente Quilipìn, con quien colaboraban Benjamín Vivanco, Ismael Rodríguez y los hermanos Verònico y Aurelio Beals, estos últimos de Villa Alegre. Tras forjar el plan, la noche del 13 de agosto el grupo se dirigió al lugar con explosivos, mechas y material más poderoso que el llevado al abortado intento del Lircay. Esta vez los soldados en custodia, advertidos de lo anterior, dispararon de inmediato sobre el grupo y estos respondieron dando muerte al cabo Fermín Gutiérrez. Ante la imposibilidad de acometer con lo propuesto, se cortaron los hilos del telégrafo. Todos huyeron hacia la costa, pero se capturó a cuatro campesinos que actuaron en esta intentona sin saber su motivación y por órdenes de sus patrones. Se les sometió a Consejo de Guerra en el edificio donde estuvo la cárcel de San Javier, hoy clausurado. Actuó como secretario del tribunal Ángel Custodio Quintana Lineros, antepasado del actual senador José Miguel Insulza. Mientras tanto, en Santiago, ocurría la horrorosa matanza de Lo Cañas donde 84 jóvenes desarmados fueron muertos por tropas del ejército, al sorprendérseles en una reunión sospechosa. A los campesinos de Villa Alegre (Efraín Gutiérrez, Salvador Morales, Juan B. Morales y Urbano Soto) se les condenó a muerte y, previa consulta al Ministro del Interior, se dispuso fusilarlos en las inmediaciones del puente Quilipìn, lo cual se cumplió a las once de la mañana del 20 de agosto. Ocho días después, el Presidente renunciaba a su cargo. En todos estos sangrientos dramas, Balmaceda dejó hacer a su Ministro del Interior Domingo Godoy Cruz. No quiso o no supo tomar razón del horror desencadenando. En su testamento político, documento de notable valor, sin embargo, intentó soslayar esa responsabilidad, al escribir: “Se insiste en imputarnos los errores o irregularidades de los subalternos…”. Pero Godoy era el primero en La Moneda, después del Mandatario, y fue investido por éste de amplios poderes. Hasta sus últimos días, (murió en 1916), Godoy nunca manifestó un ápice de arrepentimiento por lo sucedido. Años más tarde se alzó un monolito por erogación popular en el lugar donde se sacrificó a los cuatro desventurados campesinos linarenses, quienes tal vez nunca entendieron la causa de sus condenas.

Foto: Puente Quilipìn. Al fracasar su derrumbe,
cuatro campesinos, que sólo obedecían órdenes,
fueron fusilados en su entorno.


JAIME GONZALEZ COLVILLE
Academia Chilena de la Historia
Freddy Mora | Imprimir | 1877