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Opinión 25-10-2022
EL DR. PEDRO E. ZAMORANO PEREZ, HISTORIADOR DEL ARTE

JAIME GONZALEZ COLVILLE
Academia Chilena de la Historia


Una tarde de invierno de hace muchos años, en la Oficina de Referencias Críticas de la Biblioteca Nacional, Oreste Plath, quien investigaba sobre el culto a las animitas en Chile, me comentó que había dos disciplinas en las cuales la bibliografía era escasa: el folclore y la pintura. “Si tu buscas antologías de literatura – concluyó el recordado folclorólogo (nombre que él se auto otorgaba) -llenas una pieza, pero tratados sobre el arte autóctono o nuestros pintores, hay que buscarlos con un cabo de vela”.
Por ello, examinar la bibliografía del Dr. Pedro Emilio Zamorano Pérez, Catedrático de la Universidad de Talca, bien vale por una biblioteca de nuestro patrimonio pictórico. Su obra, amplia, minuciosa sin ser tediosa, le entrega al lector neófito en pintura, el panorama necesario, adecuado y ameno de los grandes pinceles chilenos y maulinos.
Nacido en Talca en 1953, con estudios de post grado en España, Doctorado en la Universidad Complutense de Madrid en 1987, eligió una tesis de indiscutible interés: la obra del pintor español Francisco Álvarez de Sotomayor, quien, tras intentar varias carreras, se abrió camino en la pintura, siendo contratado por el gobierno chileno en 1908 como “profesor de colorido”, de la Escuela de Bellas Artes, organismo del que llegó a ser su Director. Además integró esa mítica Capitanía de Pintores, bautizada así por Neruda, y que hoy equivale a la generación dorada de nuestro quehacer artístico.
El Profesor Zamorano defendió su tesis en 1987, obtuvo la máxima calificación y la obra fue publicada por la Universidad de la Coruña en 1994.
Pero, con pausa y serenidad, el Dr. Zamorano, trabajador laborioso y productivo, ha dejado en los registros de la Biblioteca Nacional y para los lectores interesados, una serie de primer valor de la pintura maulina: desde luego, en el catálogo no pueden faltar Pedro Olmos y Emma Jauch, figuras patriarcales de la cultura nuestra, pero además anotamos “Agustín Abarca. Entre Cielo y Tierra”, editado por el Museo Nacional de Bellas Artes en 1997 y a ello agregamos una obra de nuestro mayor gusto: “Pintores de la Región del Maule”, de 1992, que puede homologar a los “Poetas de la Región del Maule” del recordado Matías Rafide. Aún más, en el 2012 da a las prensas “Gestación de la Escultura en Chile y la Figura de Nicanor Plaza” y, citando sin orden cronológico, sino que guiados por nuestro interés, en el 2015 aparece “Monumentos Escultóricos de Talca: Historia Terremoto y Restauración”, libro ampliamente ilustrado, un documento de singular valor que restaña las heridas que dejó en nuestro patrimonio el sismo del 2010.
Últimamente el Dr. Zamorano ha colocado en las vitrinas virtuales dos obras: “La Morada de la Luz: Julio Vásquez Cortez, Historia de un Coleccionista Anómalo”, que describe la singular anécdota humana de un avezado y obsesionado catador de cuadros, a cuya dedicación se debe la fundación de la pinacoteca de la Universidad de Concepción y, una serie de estudios que comparte con otros autores, sobre Antonio Romera, el gran crítico, dibujante, caricaturista y hombre de fino humor, exiliado desde España en la época de la Guerra Civil y a quien vimos llegar a la Biblioteca Nacional, en varias oportunidades, con un sombrero de alas muy cortas, sabiendo que ello acarrearía más de una sonrisa entre quienes habitábamos (palabra exacta) la Oficina de Referencias Criticas.
Ganador de numerosos proyectos Fondecyt, trabajador constante, de criterio amplio y generoso, Ex Vicerrector de Extensión de la U. de Talca, Director del Instituto de Estudios Humanísticos Juan Ignacio Molina (2020-2022) de esa Casa de Estudios, al cual hizo crecer y desarrollarse como gran guardador documental de una región que se ha despreocupado de ese medio esencial para el investigador, el Dr. Zamorano está dejando una obra notable y un depósito documental de primer orden sobre la pintura vernácula. A ello agreguemos la excelente calidad gráfica de sus libros, con bien logradas ilustraciones, todo lo cual les da valor y excelencia. El que fuera gran crítico de nuestro arte, Josè María Palacios, escribió en 1997 refiriéndose a las publicaciones del autor que comentamos: “¿Cómo no va a ser grato convivir a diario con estos libros que son capaces de transmitirnos, en amable regocijo mensajes de paz?”.
Es indudable que la tarea del Dr. Zamorano no ha concluido. Afanes de esta estirpe y vocación no tienen jubilaciones ni bajada de cortina. Desde luego sigue preparando nuevas publicaciones que abren baúles olvidados y piezas poco iluminadas de la pintura chilena.
Hace un tiempo, fue postulado a la Academia Chilena de la Historia. No fue electo, pero el haber sido nominado ya es un honor que sin lugar a dudas se hará realidad. La pintura es arte, pero el pintor es historia. Y esa premisa, Pedro Zamorano la ha cultivado con talento y seriedad.





Freddy Mora | Imprimir | 1288