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El Diario del Maule Sur
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Hoy
Opinión 29-09-2022
Gracias Señor Padre del Cielo por la vida


(Marcelo Sepúlveda, profesor de Retiro)


Comúnmente, vamos tan a prisa y confiados por la vida; que, a veces, lo inesperado nos sorprende, aquello casual y sin lugar a aviso previo, en todo ámbito de cosas del quehacer cotidiano. Ocurre el accidente, aquello que es impredecible y en un más que todo acertamos en una nueva situación.
Quizás, podemos ser prevenido en nuestro actuar, pero las condiciones secretas e intrincadas de la existencia humana nos tiene preparada sorpresa al doblar en la próxima esquina.
Cuando la tragedia es menor de lo posible y esperado, cuando el daño del accidente es sólo material y leve para la comunidad, podemos mirar hacia el horizonte y dar gracias al cielo, por la paz, el consuelo y la conformidad, sabiendo en certeza que pudo ser peor.
Habitante del sur extremo, aquí donde el límite final es la coraza de hierro blanco en la Antártica antiquísima, allí donde descansa el sostén del planeta, aquello tan desconocido y privado para el común de los mortales.
En este territorio complejo, variable e impredecible se nos aparecen los accidentes que vienen a llamar nuestra atención, sin posibilidad de cuestionar responsabilidades, atentos sólo a los hechos acaecidos y su pronta resolución. Es entonces cuando valoras la vida y la de tus cercanos. El llanto es natural y el enojo, nuestro ser se ve sacudido por lo inusitado de los acontecimientos; pues no estás preparado para enfrentar las tragedias que esconde la vida humana terrestre y por tal le asignamos valor y certeza.
Hoy, soy más creyente, estoy cierto que existen fuerzas más allá de este planeta que guían nuestro actuar, que controlan los hechos factibles de ser manipulados en fracciones de segundo, cuando parece todo venirse abajo y la tragedia es ineludible, entonces cada huella del accidente puede ser mitigada y favorecer la comprensión del hecho ocurrido sin plena voluntad ni intención.
Será que en este extremo sur del planeta la magia secreta resguarda nuestro ser y la muerte está presente sólo cuando es su hora y razón. Los que nacimos en este territorio reconocemos un valor fundamental asignado a la casuística, ha hechos concatenados que van armando nuestra existencia; por tal, un accidente, por muy extremo que este pueda resultar, alguien nos protege y consuela en la fe y la esperanza de un tiempo más habitando nuestro hermoso sur querido que fue antes que el norte guardado como gema preciosa que alumbra el camino. Gracias Señor Padre Del Cielo por la vida, la existencia junto a los míos.
Freddy Mora | Imprimir | 413