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viernes 20 de septiembre del 2024
Opinión 03-08-2024
JAIME GONZALEZ COLVILLE, SU ÙLTIMO LIBRO.
Dr. Pedro Emilio Zamorano Pérez
Director Instituto Humanístico Juan I. Molina
Conozco al profesor Jaime González Colville hace ya varios lustros. Mis primeros vínculos de cercanía no fueron precisamente con Jaime sino con sus hermanos Marcelo y Juan Carlos, hacia fines de los años setenta cuando institucionalmente transitábamos de una sede regional de la Universidad de Chile al Instituto profesional de Talca, creado en marzo de 1981, y luego, en octubre de ese mismo año, a la Universidad de Talca. Más que a través de sus hermanos, supe y conocí el trabajo de Jaime por amigos comunes que por aquella época vivían en la calle Arturo Prat de Linares, los artistas Pedro Olmos y Emma Jauch. La casa de signada con el N° 642 de esa calle, era algo así como el epicentro de la cultura maulina. Lugar de encuentro, de cultura y amistad, frecuentado tanto por la intelectualidad local como nacional. Nombres como Francisco Mesa Seco, Roque Esteban Scarpa, Carlos Ruiz Tagle, Oreste Plath, Fidel Sepúlveda Llanos, Juan Camilo Lorca, entre otros conocieron de la hospitalidad, la buena mesa, el cariño y la amena conversación que se vivía en el lugar. Una hermosa y tradicional casa, alguna vez también visitada por los dos más ilustres Pablo de esta tierra maulina, Neruda y De Rokha. Este escenario contextualizó también las actividades del grupo Ancoa, cuya nómina de integrantes varía según la fuente que lo refiera. Ahí supe de Jaime y de su trabajo como historiador.
No tengo claro de dónde proviene esta vocación y sensibilidad de Jaime González por la historia. Quizá de su propia familia integrada por académicos e intelectuales, quizá de algunos estímulos recibidos en la referida casa de la calle Arturo Prat, quizá de todo ello y de sus propias inquietudes. El hecho es que tenemos un historiador con una trayectoria en el oficio de más de 50 años, Miembro Correspondiente de la Academia Chilena de la Historia, autor de una veintena de libros, con una productividad difícil de cuantificar en crónicas de prensa. Cómo puede entenderse esto, que un outsider del mundo académico, que por mucho tiempo tuvo que conciliar esta actividad con su trabajo, primero, de profesor y luego como Secretario Municipal en Villa Alegre, haya podido dar forma a un trabajo historiográfico tan amplio y diverso sobre la historia y la identidad del Maule. La respuesta es sencilla: vocación, trabajo, disciplina y perseverancia.
La particularidad del trabajo de Jaime González tiene que ver con su enfoque territorial, principalmente, maulino, su propio paisaje. Es decir, su investigación es funcional a la preservación de un patrimonio y la identidad de este espacio geográfico. De ahí sus historias de las ciudades y sus instituciones, de sus personajes, efemérides, costumbres y tradiciones locales. Para poder escribir sobre tantos y tan variados temas Jaime recurre, por lo general, a fuentes primarias, información contenida, en primer lugar, en su propio sistema de información personal: su archivo, con un registro de miles de documentos. También en otros centros de información, locales y nacionales. He aquí esa parte artesanal del oficio: la búsqueda, análisis y registro del dato que emana de las fuentes primarias. Trabajar en los archivos desde el documento para construir una información inédita y confiable: la fuente primaria como un commodity de información.
Tengo en mi escritorio su libro más reciente, la Historia de la Minería en el Maule, publicado bajo el patrocinio de la Asociación Gremial Minera del Maule. Una obra de 178 páginas, hecho en Talca por la Impresora Contacto. En la obra de 17 capítulos el autor hace en la primera parte una exhaustiva revisión de la explotación minera en el Reino de Chile, desde la Colonia hasta nuestros días, dedicando un capítulo especial a la fundación de la Sociedad Nacional de Minería (SONAMI). A partir del capítulo séptimo aborda la actividad en el contexto de esta zona, aportando interesantes datos relacionados con los lavaderos de oro maulinos, la comercialización del oro, la actividad minera áurea en las localidades de San Javier, Constitución y Linares. En el capítulo trece nos narra interesantes aspectos de la mina de oro conocida como “El Chivato”, ubicada al sur de Talca, yacimiento minero cuyo descubrimiento data de la Colonia, a principios del siglo XVII. El autor nos entrega aquí antecedentes de la vinculación de esta mina con la historia y la economía de la zona, especialmente de Talca. Además de la minería aurífera el autor nos entrega información de la minería de hierro y de cobre. Los últimos capítulos nos llevan a la situación de la minería en la región en los últimos años, abordando información reciente sobre la producción minera, la formación académica de profesionales en los planteles universitarios regionales, además de antecedentes de carácter histórico sobre la actividad gremial en la zona.
Se trata de una publicación muy bien documentada, con una revisión bibliográfica y documental completa y detallada, registrada en más de doscientas notas a pie de página, información que se complementa con fotografías, mapas, planos, caricaturas, entre otros, que ilustran la publicación. En resumen una importante publicación que pone el desarrollo de la actividad minera en el Maule en una perspectiva y mirada histórica, como parte de un capítulo del desarrollo económico y social de esta zona.
Agradecemos este y otros libros de Jaime González. Menciono algunos de sus ellos, la Historia de Linares (2018); la Historia de San Javier (2022); Fisonomía Urbanística del Maule (2014); la Historia de Parral (2015); El Origen de la Industria en el Maule (2019); Los Ramales Ferroviarios del Maule (2015); La Ingeniería en el Maule (2016); La Iglesia Católica en el Maule (2015); La Arquitectura en el Maule (2017); El Club Talca, 150 años (2018); solo por nombrar algunos que tengo a mano, con afectuosas dedicatorias de su autor. Tratándose de historia, patrimonio e identidad, lo que no se registra no existe. El pasar del tiempo lo apaga e invisibiliza. Este ha sido en general el drama de las historias locales; que cuando no son investigadas, registradas y difundidas, desaparecen. El gran mérito de este historiador, que la cultura maulina debiera destacar y agradecer, es que ha registrado esta historia. Nos ha proporcionado ese “espejo” en donde nos podemos mirar, conocer y reconocer; una posibilidad de identificarnos en una historia e identidad, que nos permitan afianzar nuestros lazos de pertenencia.
Director Instituto Humanístico Juan I. Molina
Conozco al profesor Jaime González Colville hace ya varios lustros. Mis primeros vínculos de cercanía no fueron precisamente con Jaime sino con sus hermanos Marcelo y Juan Carlos, hacia fines de los años setenta cuando institucionalmente transitábamos de una sede regional de la Universidad de Chile al Instituto profesional de Talca, creado en marzo de 1981, y luego, en octubre de ese mismo año, a la Universidad de Talca. Más que a través de sus hermanos, supe y conocí el trabajo de Jaime por amigos comunes que por aquella época vivían en la calle Arturo Prat de Linares, los artistas Pedro Olmos y Emma Jauch. La casa de signada con el N° 642 de esa calle, era algo así como el epicentro de la cultura maulina. Lugar de encuentro, de cultura y amistad, frecuentado tanto por la intelectualidad local como nacional. Nombres como Francisco Mesa Seco, Roque Esteban Scarpa, Carlos Ruiz Tagle, Oreste Plath, Fidel Sepúlveda Llanos, Juan Camilo Lorca, entre otros conocieron de la hospitalidad, la buena mesa, el cariño y la amena conversación que se vivía en el lugar. Una hermosa y tradicional casa, alguna vez también visitada por los dos más ilustres Pablo de esta tierra maulina, Neruda y De Rokha. Este escenario contextualizó también las actividades del grupo Ancoa, cuya nómina de integrantes varía según la fuente que lo refiera. Ahí supe de Jaime y de su trabajo como historiador.
No tengo claro de dónde proviene esta vocación y sensibilidad de Jaime González por la historia. Quizá de su propia familia integrada por académicos e intelectuales, quizá de algunos estímulos recibidos en la referida casa de la calle Arturo Prat, quizá de todo ello y de sus propias inquietudes. El hecho es que tenemos un historiador con una trayectoria en el oficio de más de 50 años, Miembro Correspondiente de la Academia Chilena de la Historia, autor de una veintena de libros, con una productividad difícil de cuantificar en crónicas de prensa. Cómo puede entenderse esto, que un outsider del mundo académico, que por mucho tiempo tuvo que conciliar esta actividad con su trabajo, primero, de profesor y luego como Secretario Municipal en Villa Alegre, haya podido dar forma a un trabajo historiográfico tan amplio y diverso sobre la historia y la identidad del Maule. La respuesta es sencilla: vocación, trabajo, disciplina y perseverancia.
La particularidad del trabajo de Jaime González tiene que ver con su enfoque territorial, principalmente, maulino, su propio paisaje. Es decir, su investigación es funcional a la preservación de un patrimonio y la identidad de este espacio geográfico. De ahí sus historias de las ciudades y sus instituciones, de sus personajes, efemérides, costumbres y tradiciones locales. Para poder escribir sobre tantos y tan variados temas Jaime recurre, por lo general, a fuentes primarias, información contenida, en primer lugar, en su propio sistema de información personal: su archivo, con un registro de miles de documentos. También en otros centros de información, locales y nacionales. He aquí esa parte artesanal del oficio: la búsqueda, análisis y registro del dato que emana de las fuentes primarias. Trabajar en los archivos desde el documento para construir una información inédita y confiable: la fuente primaria como un commodity de información.
Tengo en mi escritorio su libro más reciente, la Historia de la Minería en el Maule, publicado bajo el patrocinio de la Asociación Gremial Minera del Maule. Una obra de 178 páginas, hecho en Talca por la Impresora Contacto. En la obra de 17 capítulos el autor hace en la primera parte una exhaustiva revisión de la explotación minera en el Reino de Chile, desde la Colonia hasta nuestros días, dedicando un capítulo especial a la fundación de la Sociedad Nacional de Minería (SONAMI). A partir del capítulo séptimo aborda la actividad en el contexto de esta zona, aportando interesantes datos relacionados con los lavaderos de oro maulinos, la comercialización del oro, la actividad minera áurea en las localidades de San Javier, Constitución y Linares. En el capítulo trece nos narra interesantes aspectos de la mina de oro conocida como “El Chivato”, ubicada al sur de Talca, yacimiento minero cuyo descubrimiento data de la Colonia, a principios del siglo XVII. El autor nos entrega aquí antecedentes de la vinculación de esta mina con la historia y la economía de la zona, especialmente de Talca. Además de la minería aurífera el autor nos entrega información de la minería de hierro y de cobre. Los últimos capítulos nos llevan a la situación de la minería en la región en los últimos años, abordando información reciente sobre la producción minera, la formación académica de profesionales en los planteles universitarios regionales, además de antecedentes de carácter histórico sobre la actividad gremial en la zona.
Se trata de una publicación muy bien documentada, con una revisión bibliográfica y documental completa y detallada, registrada en más de doscientas notas a pie de página, información que se complementa con fotografías, mapas, planos, caricaturas, entre otros, que ilustran la publicación. En resumen una importante publicación que pone el desarrollo de la actividad minera en el Maule en una perspectiva y mirada histórica, como parte de un capítulo del desarrollo económico y social de esta zona.
Agradecemos este y otros libros de Jaime González. Menciono algunos de sus ellos, la Historia de Linares (2018); la Historia de San Javier (2022); Fisonomía Urbanística del Maule (2014); la Historia de Parral (2015); El Origen de la Industria en el Maule (2019); Los Ramales Ferroviarios del Maule (2015); La Ingeniería en el Maule (2016); La Iglesia Católica en el Maule (2015); La Arquitectura en el Maule (2017); El Club Talca, 150 años (2018); solo por nombrar algunos que tengo a mano, con afectuosas dedicatorias de su autor. Tratándose de historia, patrimonio e identidad, lo que no se registra no existe. El pasar del tiempo lo apaga e invisibiliza. Este ha sido en general el drama de las historias locales; que cuando no son investigadas, registradas y difundidas, desaparecen. El gran mérito de este historiador, que la cultura maulina debiera destacar y agradecer, es que ha registrado esta historia. Nos ha proporcionado ese “espejo” en donde nos podemos mirar, conocer y reconocer; una posibilidad de identificarnos en una historia e identidad, que nos permitan afianzar nuestros lazos de pertenencia.
Freddy Mora | Imprimir | 244