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miércoles 07 de mayo del 2025
Crónica 27-02-2025
Siempre preparados: La delgada línea entre el caos y la calma

Eran las 3:42 de la madrugada cuando el temblor sacudió la ciudad. Apenas unos segundos después, las alarmas comenzaron a sonar y las luces de los edificios parpadearon. En medio del desconcierto, algunos corrieron en pijama, otros buscaron desesperadamente una linterna, y unos pocos, los que habían previsto lo imprevisible, tomaron su mochila de emergencia y salieron con calma.
Para muchos, la palabra "emergencia" suena lejana, como un concepto abstracto que aparece solo en los noticieros. Pero cuando la realidad golpea sin previo aviso, la diferencia entre el caos y la supervivencia radica en la preparación. Así lo vivió Ana, una madre de dos niños, que al escuchar la alarma sísmica despertó a su familia con tranquilidad. Tenían un plan: cada quien sabía qué hacer y a dónde dirigirse. Mientras otros buscaban documentos entre cajones revueltos, ella tomó su mochila con agua, comida, y un botiquín.
Las emergencias no avisan. Un incendio, un apagón, una inundación o incluso una crisis de salud pueden desatarse en cualquier momento. Sin embargo, son pocas las personas que realmente se preparan. "Siempre pensamos que no nos va a pasar a nosotros", dice Juan, un paramédico con años de experiencia. "Hasta que nos pasa".
La diferencia entre la desesperación y la respuesta efectiva no es cuestión de suerte, sino de previsión. Tener un botiquín en casa, conocer las rutas de evacuación, contar con números de emergencia a la mano y hacer simulacros pueden marcar la diferencia entre la vida y la tragedia.
La lección es clara: la emergencia no pregunta si estamos listos. Nos toma como estamos. Y entonces, solo quienes se han preparado de antemano pueden enfrentarla sin miedo.
Para muchos, la palabra "emergencia" suena lejana, como un concepto abstracto que aparece solo en los noticieros. Pero cuando la realidad golpea sin previo aviso, la diferencia entre el caos y la supervivencia radica en la preparación. Así lo vivió Ana, una madre de dos niños, que al escuchar la alarma sísmica despertó a su familia con tranquilidad. Tenían un plan: cada quien sabía qué hacer y a dónde dirigirse. Mientras otros buscaban documentos entre cajones revueltos, ella tomó su mochila con agua, comida, y un botiquín.
Las emergencias no avisan. Un incendio, un apagón, una inundación o incluso una crisis de salud pueden desatarse en cualquier momento. Sin embargo, son pocas las personas que realmente se preparan. "Siempre pensamos que no nos va a pasar a nosotros", dice Juan, un paramédico con años de experiencia. "Hasta que nos pasa".
La diferencia entre la desesperación y la respuesta efectiva no es cuestión de suerte, sino de previsión. Tener un botiquín en casa, conocer las rutas de evacuación, contar con números de emergencia a la mano y hacer simulacros pueden marcar la diferencia entre la vida y la tragedia.
La lección es clara: la emergencia no pregunta si estamos listos. Nos toma como estamos. Y entonces, solo quienes se han preparado de antemano pueden enfrentarla sin miedo.
Freddy Mora | Imprimir | 362
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