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domingo 13 de octubre del 2024
Editorial 18-09-2024
18 de Septiembre
En los tiempos que Linares vivía una vida patriarcal, las Fiestas de Septiembre o del Dieciocho, como se las llama corrientemente, se celebraban tan sencillamente, que en ellas participaban casi todos los habitantes; sin ninguna distinción.
Había tal entusiasmo en los vecinos, que era clásico prepararse anticipadamente, para concurrir a los diversos actos que, generalmente se efectuaban en la Plaza o en la Alameda, y se miraba con malos ojos al que se recluía en su casa durante los días que duraban las fiestas.
Muy pobre podía estar la gente, pero llegando el dieciocho, cada uno se ufanaba de lucir un traje nuevo, de colores vistosos y confeccionado por la mejor costurera del pueblo, quien no sólo entendía en modas femeninas, sino que a la vez era maestra en trajes de hombre.
Se asistía a la Alameda, para ver el espectáculo que ofrecían las ramadas donde el pueblo da a conocer su idiosincrasia y todo lo que es en sí mismo. Siendo linarenses los encargados de estas fiestas, se conservaba la tradición de los Dieciochos antiguos en que al son de la guitarra bailaban en la Alameda ricos y pobres, niños y viejos, impulsados todos por el sentimiento de celebrar dignamente nuestras costumbres, a los padres de la patria, y a nuestros antepasados beneméritos.
Los tiempos han cambiado, pero lo importante es que siempre hay que mantener el cariño y el respeto por la celebración de una fiesta de tanta connotación como es la de nuestra Independencia Nacional.
Había tal entusiasmo en los vecinos, que era clásico prepararse anticipadamente, para concurrir a los diversos actos que, generalmente se efectuaban en la Plaza o en la Alameda, y se miraba con malos ojos al que se recluía en su casa durante los días que duraban las fiestas.
Muy pobre podía estar la gente, pero llegando el dieciocho, cada uno se ufanaba de lucir un traje nuevo, de colores vistosos y confeccionado por la mejor costurera del pueblo, quien no sólo entendía en modas femeninas, sino que a la vez era maestra en trajes de hombre.
Se asistía a la Alameda, para ver el espectáculo que ofrecían las ramadas donde el pueblo da a conocer su idiosincrasia y todo lo que es en sí mismo. Siendo linarenses los encargados de estas fiestas, se conservaba la tradición de los Dieciochos antiguos en que al son de la guitarra bailaban en la Alameda ricos y pobres, niños y viejos, impulsados todos por el sentimiento de celebrar dignamente nuestras costumbres, a los padres de la patria, y a nuestros antepasados beneméritos.
Los tiempos han cambiado, pero lo importante es que siempre hay que mantener el cariño y el respeto por la celebración de una fiesta de tanta connotación como es la de nuestra Independencia Nacional.
Freddy Mora | Imprimir | 464