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martes 17 de junio del 2025
Crónica 10-11-2022
Acciones concretas para paliar el cambio climático y la malnutrición por exceso fueron temas en las IV Jornadas de Nutrición y Alimentos UCM

Si no se ejecutan cambios en el corto plazo, la humanidad podría enfrentarse a su extinción como especie.
El 75 por ciento de los cultivos alimentarios depende de la polinización animal. Abejas, escarabajos, hormigas, murciélagos, aves, entre otros, son los encargados de ese trabajo que hoy tiene un enemigo: el cambio climático. Esta problemática ha afectado las etapas de floración y la cantidad de horas de luz, por tanto, la producción de frutas y verduras podría reducirse hasta en un 23 por ciento.
Las consecuencias suman y siguen. Más del 40 por ciento de la vitamina A y el 30 por ciento del hierro proviene de cultivos dependientes de polinizadores animales. Pero, además, la concentración de estos micronutrientes en los alimentos ya se ha visto disminuido por cuenta de las altas concentraciones de dióxido de carbono.
Así lo advirtió Ornella TIboni, consultora representante de la FAO en Chile en las IV Jornadas de Nutrición y Alimentos organizadas por la Escuela de Nutrición y Dietética de la Universidad Católica del Maule.
En momentos en los líderes mundiales permanecen reunidos en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 27); el tema aún cobra más relevancia pues, de seguir todo como hasta ahora, la humanidad se enfrentaría a su extinción.
“Hay un estudio proyectado al año 2100, dice que, si continuamos produciendo y alimentándonos como lo hacemos hoy día, el sistema alimentario por sí solo -sin considerar ninguna otra industria-, provocará el aumento de dos grados de temperatura promedio en el planeta. Esto puede tener consecuencias catastróficas y nunca antes en la historia de la humanidad se ha tenido registro de temperaturas tan elevadas. El miedo es que cuando se incremente, se desestabilicen los ecosistemas y no sabemos si esas condiciones permitan la vida”, enfatizó Tiboni.
¿Qué hacer ante esta realidad? Para Tiboni, tomar conciencia sobre la contaminación que genera la producción alimentaria es clave. “Los alimentos de origen animal, en general carnes rojas que provienen de rumiantes es lo que más impacto ambiental tiene y es en lo que debemos disminuir el consumo”, indicó la representante de la FAO. La idea es avanzar hacia dietas sostenibles “con bajo impacto ambiental que continua a la seguridad alimentaria y a una vida sana para las generaciones presentes y futuras. Que respete y proteja la biodiversidad y sus sistemas, que sea culturalmente aceptable, accesible física y económicamente, inocua y, que optimice los recursos humanos y naturales”.
El 75 por ciento de los cultivos alimentarios depende de la polinización animal. Abejas, escarabajos, hormigas, murciélagos, aves, entre otros, son los encargados de ese trabajo que hoy tiene un enemigo: el cambio climático. Esta problemática ha afectado las etapas de floración y la cantidad de horas de luz, por tanto, la producción de frutas y verduras podría reducirse hasta en un 23 por ciento.
Las consecuencias suman y siguen. Más del 40 por ciento de la vitamina A y el 30 por ciento del hierro proviene de cultivos dependientes de polinizadores animales. Pero, además, la concentración de estos micronutrientes en los alimentos ya se ha visto disminuido por cuenta de las altas concentraciones de dióxido de carbono.
Así lo advirtió Ornella TIboni, consultora representante de la FAO en Chile en las IV Jornadas de Nutrición y Alimentos organizadas por la Escuela de Nutrición y Dietética de la Universidad Católica del Maule.
En momentos en los líderes mundiales permanecen reunidos en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 27); el tema aún cobra más relevancia pues, de seguir todo como hasta ahora, la humanidad se enfrentaría a su extinción.
“Hay un estudio proyectado al año 2100, dice que, si continuamos produciendo y alimentándonos como lo hacemos hoy día, el sistema alimentario por sí solo -sin considerar ninguna otra industria-, provocará el aumento de dos grados de temperatura promedio en el planeta. Esto puede tener consecuencias catastróficas y nunca antes en la historia de la humanidad se ha tenido registro de temperaturas tan elevadas. El miedo es que cuando se incremente, se desestabilicen los ecosistemas y no sabemos si esas condiciones permitan la vida”, enfatizó Tiboni.
¿Qué hacer ante esta realidad? Para Tiboni, tomar conciencia sobre la contaminación que genera la producción alimentaria es clave. “Los alimentos de origen animal, en general carnes rojas que provienen de rumiantes es lo que más impacto ambiental tiene y es en lo que debemos disminuir el consumo”, indicó la representante de la FAO. La idea es avanzar hacia dietas sostenibles “con bajo impacto ambiental que continua a la seguridad alimentaria y a una vida sana para las generaciones presentes y futuras. Que respete y proteja la biodiversidad y sus sistemas, que sea culturalmente aceptable, accesible física y económicamente, inocua y, que optimice los recursos humanos y naturales”.
Freddy Mora | Imprimir | 660
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