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martes 11 de noviembre del 2025
Opinión 05-11-2025
Actividad física y la prevención de lesiones

Juan Pablo Ulzurrún, kinesiólogo de Clínica Colonial
Realizar actividad física es una de las mejores decisiones para cuidar la salud, pero hacerlo sin las precauciones adecuadas puede derivar en lesiones que, en muchos casos, son totalmente prevenibles.
En efecto, antes de comenzar cualquier tipo de entrenamiento es fundamental conocer las propias capacidades y respetar los límites del cuerpo.
Una evaluación inicial con un kinesiólogo o médico permite detectar posibles riesgos y adaptar el ejercicio a las condiciones físicas de cada persona. Además, es importante mantener una buena hidratación, realizar un calentamiento previo, utilizar una técnica correcta y respetar los tiempos de descanso.
Entre las lesiones más comunes, están las tendinopatías, esguinces, contracturas musculares y lesiones por sobreuso como la fascitis plantar o la periostitis tibial. Estas suelen originarse por sobrecarga, mala técnica o una preparación física insuficiente.
Ante una lesión, lo primero es consultar con un profesional especializado para determinar la gravedad y el tratamiento adecuado. Asimismo, durante las primeras 24 a 48 horas se recomienda aplicar el protocolo RICE (por sus siglas en inglés: Rest, Ice, Compression, Elevation), hoy adaptado al concepto de reposo relativo, que implica mantener la actividad solo mientras no genere dolor ni aumente la inflamación.
El uso de hielo local por 10 a 15 minutos, varias veces al día, y la elevación del área afectada ayudan a reducir la inflamación y el malestar. Sin embargo, el reposo absoluto no es recomendable, ya que la evidencia actual demuestra que una movilización temprana y controlada favorece una mejor recuperación y reduce el riesgo de recaídas.
También hay que tener en cuenta la relevancia del calzado y la ropa deportiva. Es decir, un calzado inadecuado puede alterar la mecánica de la pisada y provocar compensaciones que derivan en lesiones. Por ende, es fundamental elegir zapatillas según el tipo de pie, la superficie y la actividad que se realizará.
Adicionalmente, el calentamiento previo es una etapa esencial, pues preparar los músculos, articulaciones y el sistema cardiovascular aumenta la temperatura corporal, mejora la coordinación y reduce significativamente el riesgo de lesiones.
Entre los errores más frecuentes al entrenar están no calentar ni elongar, aumentar bruscamente la intensidad o carga, copiar rutinas sin orientación profesional y, sobre todo, ignorar las señales del cuerpo.
Finalmente, no hay que olvidar que la prevención de lesiones no termina cuando se acaba el ejercicio, dado que el descanso adecuado, una buena alimentación y el manejo del estrés son pilares fundamentales. Un cuerpo equilibrado y bien recuperado siempre responde mejor ante las demandas físicas.
Realizar actividad física es una de las mejores decisiones para cuidar la salud, pero hacerlo sin las precauciones adecuadas puede derivar en lesiones que, en muchos casos, son totalmente prevenibles.
En efecto, antes de comenzar cualquier tipo de entrenamiento es fundamental conocer las propias capacidades y respetar los límites del cuerpo.
Una evaluación inicial con un kinesiólogo o médico permite detectar posibles riesgos y adaptar el ejercicio a las condiciones físicas de cada persona. Además, es importante mantener una buena hidratación, realizar un calentamiento previo, utilizar una técnica correcta y respetar los tiempos de descanso.
Entre las lesiones más comunes, están las tendinopatías, esguinces, contracturas musculares y lesiones por sobreuso como la fascitis plantar o la periostitis tibial. Estas suelen originarse por sobrecarga, mala técnica o una preparación física insuficiente.
Ante una lesión, lo primero es consultar con un profesional especializado para determinar la gravedad y el tratamiento adecuado. Asimismo, durante las primeras 24 a 48 horas se recomienda aplicar el protocolo RICE (por sus siglas en inglés: Rest, Ice, Compression, Elevation), hoy adaptado al concepto de reposo relativo, que implica mantener la actividad solo mientras no genere dolor ni aumente la inflamación.
El uso de hielo local por 10 a 15 minutos, varias veces al día, y la elevación del área afectada ayudan a reducir la inflamación y el malestar. Sin embargo, el reposo absoluto no es recomendable, ya que la evidencia actual demuestra que una movilización temprana y controlada favorece una mejor recuperación y reduce el riesgo de recaídas.
También hay que tener en cuenta la relevancia del calzado y la ropa deportiva. Es decir, un calzado inadecuado puede alterar la mecánica de la pisada y provocar compensaciones que derivan en lesiones. Por ende, es fundamental elegir zapatillas según el tipo de pie, la superficie y la actividad que se realizará.
Adicionalmente, el calentamiento previo es una etapa esencial, pues preparar los músculos, articulaciones y el sistema cardiovascular aumenta la temperatura corporal, mejora la coordinación y reduce significativamente el riesgo de lesiones.
Entre los errores más frecuentes al entrenar están no calentar ni elongar, aumentar bruscamente la intensidad o carga, copiar rutinas sin orientación profesional y, sobre todo, ignorar las señales del cuerpo.
Finalmente, no hay que olvidar que la prevención de lesiones no termina cuando se acaba el ejercicio, dado que el descanso adecuado, una buena alimentación y el manejo del estrés son pilares fundamentales. Un cuerpo equilibrado y bien recuperado siempre responde mejor ante las demandas físicas.
Freddy Mora | Imprimir | 141
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