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sábado 02 de agosto del 2025
Opinión 02-08-2025
Ahora que la ola se retira

Pablo Rebolledo Dujisin, director de Administración en Ecoturismo UNAB sede Viña del Mar
Ahora que las aguas están más calmas, podemos hablar de la importancia de la planificación de destinos turísticos en zonas de desastres socioambientales.
Una alerta de tsunami movilizó a toda la costa chilena tras un fuerte sismo en el Pacífico. Aunque finalmente solo se registraron marejadas, el episodio nos recuerda que prevenir no es exagerar. Basta recordar lo ocurrido en 2010, cuando sentimos la falta de acción.
Chile es un país altamente sísmico, y en 2030 se cumplirán 300 años del megaterremoto de Valparaíso, evento que provocó un tsunami de gran magnitud y que, según estudios geológicos, debería repetirse en cualquier momento. A esto se suma el cambio climático, que ha intensificado fenómenos extremos, afectando especialmente a destinos costeros.
Cuando la ola sí llega, los daños en infraestructura turística, accesos y alojamientos son inmediatos. Las comunidades pierden empleos, servicios y tranquilidad. La imagen del destino se ve perjudicada, alejando visitantes y prolongando la recuperación. Además del impacto material, el daño emocional también es profundo: miedo, estrés, y desesperanza.
La recuperación depende en gran parte de la preparación. Muchos destinos no cuentan con protocolos claros, sistemas de alerta ni planes de evacuación. Capacitar al personal turístico, educar a los visitantes e incorporar tecnologías de alerta temprana son pasos clave para proteger vidas y reducir impactos. Incluso en casos donde la amenaza no se concreta, la preparación demuestra su valor.
Algunos critican la “sobrerreacción” frente a alertas que no terminan en desastre. Sin embargo, lo realmente grave sería no actuar ante una señal de riesgo real. Simulacros, planes coordinados y mensajes claros permiten evacuar sin caos ni pánico. El problema muchas veces no es la alerta, sino la falta de información clara. Muchos turistas no conocen los riesgos del lugar que visitan, ni saben cómo actuar ante una emergencia.
Por eso es clave que la información llegue desde el primer momento: en terminales, hoteles, playas y redes digitales. Debe ser visual, multilingüe y orientada a la acción. Operadores turísticos, autoridades locales y organismos de emergencia deben trabajar juntos, con un enfoque preventivo que priorice la seguridad por sobre la comodidad momentánea.
Algunos destinos incluso han transformado sus tragedias en espacios de aprendizaje mediante el turismo de memoria, con memoriales o museos que educan sobre los eventos y promueven la resiliencia local.
Hoy, con el mar en calma, tenemos una oportunidad. Chile es un país vulnerable, pero también capaz de anticiparse. La prevención y la planificación no son gastos, sino inversiones para proteger comunidades, turistas y territorios. No podemos controlar cuándo la tierra tiembla o el mar se retira. Pero sí podemos decidir cómo responder cuando lo haga.
Freddy Mora | Imprimir | 49