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El Diario del Maule Sur
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Opinión 26-01-2023
CHIPAMOGLI SOBRE RUEDAS
Fernando A. Freire González
Alumno de Derecho de la Universidad Adolfo Ibáñez

Es la importancia de la ciudad la que atrae una gran cantidad de fauna y especies tal como un oasis atrae una gran cantidad de bestias y alimañas: están los políticos (merluzos), ambulantes, ejecutivos, macheteros que nada trabajan, eternos volados de los parques, cabezas de músculo, vendedores de pomá, cuicos pedantes magistrales… No siendo nada de raro que también sea el hábitat donde se mueve una de las criaturas más detestables que ha parido esta época: los flaites, entre quienes asoman en los salones urbanos de nuestra ciudad especies como los TUNING.
El flaite, en sus diversas variantes, colores y sabores, es un concepto manejado y utilizado de manera transversal en Chile y que tendría su precedente en el roto; eso sí, un roto aggiornado que, a pesar de mantener características reconocibles como su apariencia física, postura y jerga, dejó de andar haraposo, sumiso, cabeza gacha y temeroso del patrón y se volvió agresivo, bullicioso, consumista, desafiante y hasta peligroso. Es dentro de este género, salido de una mutación darwiniana, donde hablamos de los tuning, o mejor dicho, de aquellos flaites que no solo se quedan en la exhibición voluntaria de la ostentación, colmo del mercantilismo rasca, la ordinariez y el mal gusto, sino que lo llevan a otro nivel por medio de la personalización de sus autos con distintas partes y piezas; destacando el uso de colores llamativos, vidrios polarizados, llantas lujosas, tubos de escape modificados, luces Led y cambio de parachoques que aportan un estatus “xoro” a quien los posee, amén de una postura rebelde que coquetea con el mundo delictivo, ostensible en la indiferencia hacia la autoridad y lo establecido y su gusto por estar al filo de la ley, o de frentón burlarla con aquel deseo visceral de acabar con las jerarquías, la autoridad, los valores y las reglas.
Eso sí… Está claro que los tuning linarenses no llegan al nivel de “Rápido y Furioso”. Aquí estamos a un nivel mucho más rasca, chanta y ridículo, pero a pesar de ser para la risa las consecuencias son las mismas. Pasan por fuera de las casas y lugares de esparcimiento público ¡Todo el día y sin horario! Ya sea muy temprano en la mañana, a la hora de almuerzo, a medianoche y/o de madrugada con tronadera de motores, tubos de escape y nefasto reggaetón con total IMPUNIDAD Y FALTA DE ÉTICA, pues con estas conductas imprudentes han venido pasando a llevar de manera sistemática y permanente los códigos de respeto, educación y decoro que impactan de manera profunda en la tranquilidad, seguridad, relaciones de confianza, salud y buen vivir de los pobladores. Pero es en estas condiciones incivilizadas que se sienten como chanchos en el barro, ya que siendo – generalmente – jóvenes y tontos viejos de baja extracción social e integración cultural, encuentran en esta postura algo sobre lo cual subirse y encumbrarse. Así – ¡De pronto! – como consecuencia de una constitución sociológica arrojada a toda prisa y con irresistible intensidad a la autopista del anonimato de las masas y la eterna búsqueda de identidad en el juicio de los demás, de ser unas pobres aves se convierten en PROTAGONISTAS extasiados por la oportunidad de mostrarse, jactarse, hacerse notar, sentirse importantes, atemorizar y aparecer en las fotos sin otro esfuerzo que pisoteando el acelerador gritando a todo pulmón: ¡CONOZCAN LO MACANUDO QUE SOY, POR FAVOR…!
Como escenario de convivencia principal a esta juventud se la ve generalmente haciendo el show en la plaza y avenidas de nuestra ciudad. Pero en contraste con el flaite o el tuning, su antecesor, el roto, goza de una imagen un tanto más positiva y respetada. A pesar de sus ropas raídas, su miseria, su falta de empleo, su marginalidad y sus vicios, el roto fue el héroe de la Batalla de Yungay e incluso es visto como un personaje popular como es el caso del monumento a “Servandito”. En cambio, al Chipamogli sobre ruedas, parado en la hilacha, agresivo, bullicioso y con actitud contestataria, no dan otras ganas que de patearles el culo con dirección al zoológico.
Y lo digo con el mayor respeto que se merecen los animales de la “Casa Noé” …

Freddy Mora | Imprimir | 1052