martes 05 de noviembre del 2024
El Diario del Maule Sur
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Hoy
Opinión 04-10-2024
Cine para adultos
Gonzalo Guerrero, abogado

BABEL (Alejandro González Iñarritu, 2006). Disponible en Netflix.

Babel es una película coral, que está narrada a varias voces, en diferentes idiomas y partes del mundo, como los desiertos de Marruecos, Estados Unidos y México, o la gran ciudad de Tokio, en historias entrelazadas por coincidencias lamentables y dramas de los protagonistas que se van resolviendo a medida que avanza la trama. Resumiendo: todo comienza con un pastor marroquí que adquiere un rifle de segunda mano y se los da a sus dos hijos varones, que son niños, para que cuiden el ganado en el desierto. En esa circunstancia los niños disparan a un autobús que iba por la carretera y se desata su tragedia. En el bus, en un típico tour masivo iban Richard Jones (Brad Pitt) y Susan Jones (Cate Blanchett), una pareja de mediana edad de gringos que van de viaje a este exótico destino para intentar resolver su distancia emocional y problemas de pareja, cuando la bala disparada por los niños marroquíes impacta a ella en el hombro y la deja al borde de la muerte en una precaria carretera sin ayuda ni un hospital cerca, por lo que deben resolver eso sin entender de qué se trata todo. Da un salto la historia a Japón en donde Yasujiro (Koji Yakusho) es un padre viudo que tiene una hija adolescente sorda, Chieko (Rinko Kikuchi) en plena edad del descubrimiento sexual y rebeldía, quien busca una identidad e insertarse de mejor forma en una sociedad masiva y ruidosa pese a sus problemas de comunicación. Y en Estados Unidos – México, encontramos con Amelia (Adriana Barraza) quien es la niñera de Debbie y Mike, los hijos de Richard y Susan. Amelia los cuida durante el viaje de sus padres a Marruecos, pero debe ir al matrimonio de su hijo en México y ante el problema de los Jones y no poder conseguir un reemplazo decide llevarse a los niños, cruzar la frontera sin los permisos, por lo que va su sobrino Santiago (Gael García Bernal) a buscarlos. Lo que conecta todo es que el rifle con que se hizo el disparo lo había regalado Yasujiro cuando estuvo en Marruecos a su guía. He ahí un breve resumen.

Las historias narrativamente se van cruzando y los planos de los desiertos combinados con una música genial. Ojo que Gustavo Santaolalla ganó el Oscar por esto y se nota porque transmite y genera sensaciones. Tanto el sonido como el silencio juegan un papel también en la narración, como el caso de la escena de discoteca japonesa y las chicas sordas. En un mundo que parece tan extenso, culturalmente lejano y a veces imposible de tener lazos, se conectan historias por casualidades, tragedias y especies de milagros. A veces es imposible la comunicación, otras veces con algo de voluntad se puede lograr. Un mundo también que puede ser cruel, brutal, egoísta y despiadado, como el caso de la familia de Abdullah que se destruye; o generoso y compasivo, como el caso del guía Anwar quien brinda todo el apoyo posible para salvar la vida de Susan. El ser humano capaz de todo eso. De ahí el nombre de Babel, los idiomas son una barrera para la comunicación humana pero si el amor y la empatía están presentes pueden haber avances y logros.

Para terminar, la reflexión va por el lado de las edades con que la he visto esta película. Siempre me ha llamado la atención diferentes personajes y situaciones. Alguna vez fue ese drama adolescente que se ve en los chicos japoneses. Otra vez fueron los problemas de pareja y distancia que se tiene en el matrimonio y las formas de resolverlos. Y hasta una vez, en donde vivía en otra ciudad y teníamos una nana extranjera, me imaginaba (en tono de comedia) que ella hacía un viaje de visita a su país arrancándose con mis niñas y vivía una travesía por el desierto, cuestión que generaba la risa de mi señora. Babel ya es un clásico de González Iñarritu y hay que verla.
Freddy Mora | Imprimir | 301