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sábado 10 de mayo del 2025
Opinión 28-05-2024
Comercio de calle Estación de antaño, hoy Avenida Brasil

Catalina Jugovic
Leo en el diario, versión digital, El Heraldo de Linares, que diariamente durante el mes de mayo, han publicado recuerdos de nuestra historia como ciudad. De la calle Independencia, de Maipú entre otras; como también de algunos edificios antiguos y monumentos.
En estas líneas he querido recordar la Avenida Brasil (antes calle Estación), exactamente entre calle Independencia y Kurt Möller (antes calle Constitución)
En esta cuadra existían varios almacenes de abarrotes, mucho antes que se abrieran los grandes supermercados; es así como en la esquina de Brasil con Kurt Möller existió la Feria del Plátano, atendida por la Sra. Berta Riquelme y sus hermanas, una señora cariñosa siempre atenta con quienes íbamos a comprar y donde encontrábamos todo el surtido de frutas frescas y verduras.
Siguiendo hacia el sur había una cafetería que fue cambiando de varios dueños, después estaba el negocio del Sr. Muñoz; el que seguía era de don Pedro Pereira que también era atendido por sus hijas y al frente estaba la Bomba de bencina Shell, después se encontraba el negocio de don Tadeo Mateljan y su Sra Dora, donde se vendía el famoso jabón Gringo que él mismo fabricaba, y donde se escuchaban largas historias de sus tacos para jugar al billar, con su infaltable cigarro colgando de su boca.
A continuación, estaba El Rancho Grande, famoso por sus cazuelas y atendido por la Sra Lidia Troncoso y sus hijos; más tarde atendido por don Hugo Luna, reconocido vecino por su amabilidad y estar al pendiente de las necesidades de sus vecinos. Seguido de él estaba el famoso negocio de abarrotes EL CÓNDOR, conocido como el negocio de los Gringos del Cóndor, atendido por don Carlos y su señora Zlato, quienes no tenían nada de gringos, sólo eran unos comerciantes que dejaron su amada Croacia junto a sus padres y viajaron durante meses en barcos, llegando a Chile; luego a esta hermosa ciudad ubicada al sur de la capital del país.
Esta ciudad de Linares, les recordaba su amada isla de Brac, lugar donde llegaban por la mañana los clientes en las micros, que los traían de diferentes alrededores, dejaban a don Carlos, en un pañuelo, el dinero y la lista de lo que requerían y por la tarde volvían a estacionarse las micros y ahí se les hacia entrega de sus compras, el vuelto que correspondía y la infaltable “yapa” (que consistía una pequeña de unas deliciosas calugas) que a muchos los dejó sin sus tapaduras y debían recurrir al dentista, que eran muy escasos en esos tiempos en Linares.
Seguido al Cóndor estaba el local de don Hugo Cifuentes que vendía miel, cera de abejas y aperos para los agricultores; después seguía el negocio de don Aníbal Cifuentes atendido por él y más tarde por uno de sus hijos.
A continuación, había otros restaurantes donde almorzaban las personas que venían de sectores rurales a realizar sus compras, lo seguía el local de la Sra. Mercedes Chaparro atendido por ella misma, donde encontrábamos los diarios El Mercurio, la Tercera y otros diarios y los famosos cucuruchos de Melcocha, que se le agotaban tempranísimo, igualmente ocurría con sus famosos berlines
Cruzando la calle, entrando hacia la Estación de FFCC estaba el quiosco de “El Minuto”, que en realidad se llamaba don Belarmino, pero era conocido porque “al minuto” era su respuesta en cuanto se le solicitaba algo. Ahí encontrábamos El Peneca, el Okey y para las mayores la famosa revista Confidencias, con sus historias de amores.
En el sector oriente de la calle Brasil, estaban las casas de algunos funcionarios de Ferrocarriles, en la casa de la esquina llegaba el famoso Sr Maluenda; más allá se encontraba la del jefe de la estación ferroviaria, el Sr Gómez, su señora y sus hijos Enrique Gómez y su hermana Elena.
Don Enrique fue por muchos años funcionario de la Municipalidad de Linares y poeta laureado en una de las famosas y recordadas Fiestas de la Primavera.
Unos cuantos metros más allá vivía el Sr. Avaria, padre de la distinguida dama Carmen Alicia, quien por muchos años, se desempeñó como secretaria de la alcaldía de Linares; enseguida, por el mismo sector, la casa del Ingeniero de FFCC don Juan Coeymans y terminando la cuadra con la Gruta de Nuestra Sra. del Carmen
Y así, como pueden leer y traer a la memoria, cómo en sólo un par de cuadras hubo mucha historia de quienes en algún momento formaron parte del comercio en la calle Estación de entonces, hoy Avenida Brasil, de nuestro querido Linares.
Leo en el diario, versión digital, El Heraldo de Linares, que diariamente durante el mes de mayo, han publicado recuerdos de nuestra historia como ciudad. De la calle Independencia, de Maipú entre otras; como también de algunos edificios antiguos y monumentos.
En estas líneas he querido recordar la Avenida Brasil (antes calle Estación), exactamente entre calle Independencia y Kurt Möller (antes calle Constitución)
En esta cuadra existían varios almacenes de abarrotes, mucho antes que se abrieran los grandes supermercados; es así como en la esquina de Brasil con Kurt Möller existió la Feria del Plátano, atendida por la Sra. Berta Riquelme y sus hermanas, una señora cariñosa siempre atenta con quienes íbamos a comprar y donde encontrábamos todo el surtido de frutas frescas y verduras.
Siguiendo hacia el sur había una cafetería que fue cambiando de varios dueños, después estaba el negocio del Sr. Muñoz; el que seguía era de don Pedro Pereira que también era atendido por sus hijas y al frente estaba la Bomba de bencina Shell, después se encontraba el negocio de don Tadeo Mateljan y su Sra Dora, donde se vendía el famoso jabón Gringo que él mismo fabricaba, y donde se escuchaban largas historias de sus tacos para jugar al billar, con su infaltable cigarro colgando de su boca.
A continuación, estaba El Rancho Grande, famoso por sus cazuelas y atendido por la Sra Lidia Troncoso y sus hijos; más tarde atendido por don Hugo Luna, reconocido vecino por su amabilidad y estar al pendiente de las necesidades de sus vecinos. Seguido de él estaba el famoso negocio de abarrotes EL CÓNDOR, conocido como el negocio de los Gringos del Cóndor, atendido por don Carlos y su señora Zlato, quienes no tenían nada de gringos, sólo eran unos comerciantes que dejaron su amada Croacia junto a sus padres y viajaron durante meses en barcos, llegando a Chile; luego a esta hermosa ciudad ubicada al sur de la capital del país.
Esta ciudad de Linares, les recordaba su amada isla de Brac, lugar donde llegaban por la mañana los clientes en las micros, que los traían de diferentes alrededores, dejaban a don Carlos, en un pañuelo, el dinero y la lista de lo que requerían y por la tarde volvían a estacionarse las micros y ahí se les hacia entrega de sus compras, el vuelto que correspondía y la infaltable “yapa” (que consistía una pequeña de unas deliciosas calugas) que a muchos los dejó sin sus tapaduras y debían recurrir al dentista, que eran muy escasos en esos tiempos en Linares.
Seguido al Cóndor estaba el local de don Hugo Cifuentes que vendía miel, cera de abejas y aperos para los agricultores; después seguía el negocio de don Aníbal Cifuentes atendido por él y más tarde por uno de sus hijos.
A continuación, había otros restaurantes donde almorzaban las personas que venían de sectores rurales a realizar sus compras, lo seguía el local de la Sra. Mercedes Chaparro atendido por ella misma, donde encontrábamos los diarios El Mercurio, la Tercera y otros diarios y los famosos cucuruchos de Melcocha, que se le agotaban tempranísimo, igualmente ocurría con sus famosos berlines
Cruzando la calle, entrando hacia la Estación de FFCC estaba el quiosco de “El Minuto”, que en realidad se llamaba don Belarmino, pero era conocido porque “al minuto” era su respuesta en cuanto se le solicitaba algo. Ahí encontrábamos El Peneca, el Okey y para las mayores la famosa revista Confidencias, con sus historias de amores.
En el sector oriente de la calle Brasil, estaban las casas de algunos funcionarios de Ferrocarriles, en la casa de la esquina llegaba el famoso Sr Maluenda; más allá se encontraba la del jefe de la estación ferroviaria, el Sr Gómez, su señora y sus hijos Enrique Gómez y su hermana Elena.
Don Enrique fue por muchos años funcionario de la Municipalidad de Linares y poeta laureado en una de las famosas y recordadas Fiestas de la Primavera.
Unos cuantos metros más allá vivía el Sr. Avaria, padre de la distinguida dama Carmen Alicia, quien por muchos años, se desempeñó como secretaria de la alcaldía de Linares; enseguida, por el mismo sector, la casa del Ingeniero de FFCC don Juan Coeymans y terminando la cuadra con la Gruta de Nuestra Sra. del Carmen
Y así, como pueden leer y traer a la memoria, cómo en sólo un par de cuadras hubo mucha historia de quienes en algún momento formaron parte del comercio en la calle Estación de entonces, hoy Avenida Brasil, de nuestro querido Linares.
Freddy Mora | Imprimir | 619