lunes 09 de junio del 2025
El Diario del Maule Sur
FUNDADO EL 29 DE AGOSTO DE 1937
Hoy
Opinión 07-05-2024
Comiendo el invierno
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María de la Luz Reyes Parada
Bibliotecaria, Herborista, Escritora

Llegan los primeros fríos y los veranistas comienzan a sufrir en tanto los Invernistas, como yo, salimos a caminar bajo la lluvia, a hacer huerta mientras el frío amenaza entrar por las botas de goma, disfrutar el brillo perlado de la niebla. Ha llegado el invierno y nadie, nadie podrá negar que las casas se inundan de esos aromas que juntan los pedacitos del alma, esos que nos recuerdan la niñez, a todos. Sentir ese aroma a sopita -de sobre o de huesos-acurruca el alma. La sopa de hueso, ya sea de ave o de vacuno, ha renacido visibilizada por que es una excelente fuente de minerales como calcio, magnesio y fósforo, que son esenciales para mantener unos huesos y dientes fuertes y su costo no es alto. Prueben dorando muy bien los huesos, casi que estén tostados, luego le añaden agua, sal, un trozo de cebolla y uno de morrón, si tiene más verduras, póngale que no hace daño, una ramita de Tomillo, algo de orégano y tiene el más enjundioso de los caldos. Y si seguimos con platos de cuchara, si le quedó del caldo anterior, no lo pierda, cuélelo y pruebe esto. En una olla poner aceite o manteca, dorar pan de ese que anda dando bote, sazonar con cebolla, Pimentón o Páprika, y cuando esté tostado, añadir caldo. Si no tiene, un cubo de caldo y la Sopa de Pan, silencioso recuerdo de oscuras épocas del mundo, en que las monedas se hacían pocas y las bocas, muchas.
A nivel global observamos un problema económico mayor. Entonces, vuelven prácticas que muchos quisieran borrar de su memoria olfativa, ya que no combina con la actualidad. El aroma a brasero, con una pizca de azúcar es como un abrazo (o bofetada, según se quiera) del pasado. Por muchas décadas el brasero fue la masiva forma de calefaccionar. Recuerdo la casa de una amiga, su mamá se sentaba a matear al lado del brasero, con una tetera pequeña y un mate de calabaza, esos que ya se han quedado en el olvido. En cada hogar, el brasero se volvía a cargar de carbón para secar la ropa con un secador redondo de mimbre que no era muy efectivo en evitar las chispas, entonces después andábamos con pifias en calcetines y blusas, pero como todos sabían a que se debían, nadie se preocupaba. Cierto es que había estufas a parafina tales como la Comet -que en varios hogares, aún funcionan- y la clásica Sunny Met, que tostaba el pan maravillosamente. Pero nada más multifuncional que el carbón en brasero o cocina. Y no solo para calefaccionar, cocinar o secar ropa, ¿que me dicen del delicioso Té de Carbón? Ya, en un tazón ponga un par de cucharadas de azúcar -rubia, panela o blanca- busque una brasa ni muy grande ni muy pequeña, pero bien encendida, póngala dentro del tazón y con una cuchara vaya haciendola girar, cuando ya esté quemada, ponga agua hirviendo. Si le duele el estómago ponga una hojita de Ruda o Peromoto, si tiene frio, la mística Paramela arriera; si tiene pena, Toronjil o Cedrón, si tiene caña, la misma Paramela o Hierba Nevada.
Nuestra herencia nativa se teje con lo criollo y se nos nota en los inviernos más que en otra época. Nos llama el humo que guarda la carne, las longanizas, las uvas negras, el caldo, esos platos de cuchara que nos hacen reunirnos, nos llama el mate, la manta y el gorrito de lana, las paltas chilenas del patio de la abuela, el carbón en que cocinamos los porotos más nobles de Chile, el brasero que tiene su parrillita para sostener la tetera que hierve el día entero, para que no se pierda energía.
Re comiendo el invierno de mi territorio, que huele a sopa y pan tostado. A lana húmeda de campesinos esforzados, de arrieros que vienen bajando, a azúcar tostada, a la casa que siempre espera, dentro del alma chilena.

Freddy Mora | Imprimir | 718