jueves 12 de junio del 2025
El Diario del Maule Sur
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Hoy
Opinión 30-10-2022
DIOS PERDONA A TODOS, PORQUE TODOS SON SUYOS
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Domingo, 30 de octubre 2022


La Misericordia de Dios es infinita. Eso se dice y se repite, sin darnos cuenta de su real significación y dimensión. Entre tantos atributos de Dios -todos infinitos- su Bondad y su Misericordia son realmente insospechadas. ¿Cómo recibir al hijo pródigo que se había portado tan mal... y -como si fuera poco- celebrar su recibimiento con una fiesta? (cf. Lc 15, 11-32) ¿Cómo buscar por todos lados a la oveja perdida? (Lc 15, 1-10) ¿Cómo defender a la mujer adúltera? (cf. Jn 8, 1-11) ¿Cómo perdonar a Pedro que lo negó tan feamente? (cf. Mc 14, 66-72 y Jn 21, 15-17) ¿Cómo perdonar a los que lo estaban matando en la cruz? (cf. Lc 23, 32-34).
Y así podríamos seguir enumerando ejemplos de Bondad y Misericordia de Dios, que, a nuestro modo de ver humano, resultan -cuanto menos- incomprensibles.
Y refiriéndonos al Evangelio de hoy (Lc 19, 1-10): ¿Cómo buscar a Zaqueo, corrupto cobrador de impuestos, para alojarse en su casa?

1.- La respuesta a estos interrogantes, producto de nuestra miope visión humana, está Sb 11, 23 a 12, 2: “Tú perdonas a todos, porque todos son tuyos”. Esta frase del Libro de la Sabiduría nos lleva a comprender por qué Dios perdona nuestras faltas para con Él: Dios nos perdona porque somos suyos, porque Él es nuestro Padre. Y como Padre, infinitamente Bueno que es, nos ama incondicionalmente... como los buenos padres que aman a sus hijos, a pesar del mal comportamiento y de las fallas que como hijos podamos tener. Por cierto, el buen padre no aprueba, ni consiente al hijo en sus faltas, sino que lo corrige –hasta lo castiga- pero lo sigue amando. Porque lo ama, lo corrige y lo castiga.

2.- Entonces… ¡qué consuelo el saber que Dios es “nuestro Padre”! Y el pensar en Dios como “Padre” puede explicarnos sus “incomprensibles” y desmesuradas actitudes de perdón, de bondad, de amor. El Dios Verdadero, que se ha revelado a los seres humanos y a Quien los cristianos adoramos y amamos, es infinitamente Bueno y Misericordioso. Dios es Padre. Y es Padre infinitamente Misericordioso. Pero esa Misericordia Infinita del Dios Verdadero no significa complacencia por nuestros pecados, aceptación de nuestras faltas, o alcahuetería con nuestros comportamientos inmorales. Cuando Dios, como dice el Libro de la Sabiduría aparenta no ver los pecados de los hombres, no es para consentirnos en nuestras faltas, sino para darnos ocasión de arrepentirnos (Sb 11, 23).

3.- Y llega un momento que nos corrige…nos reprende y nos trae a la memoria nuestros pecados (Sb 12, 2). ¿Para qué todo esto? Para poder ejercer de veras su Misericordia, al perdonarnos porque nos hemos arrepentido. El Dios Verdadero no es excluyente, pues ama a todos, buenos y malos, cumplidores e infractores, creyentes e incrédulos, hombres y mujeres. Todos somos amados por el Dios Verdadero. Pero ese Amor Infinito de Dios no significa que Dios nos quiere viviendo en pecado. De allí que cantemos en el Salmo 144: “Bueno es el Señor para con todos y su Amor se extiende a todas sus creaturas”. Y continúa el Salmo: “El Señor es compasivo y misericordioso, lento para enojarse y generoso para perdonar” (Sal 144, 8). Y todos podemos ser perdonados por Dios… si nos arrepentimos. Ésa sí es una exigencia de su Misericordia Infinita.

4.- Mucho se escucha decir: Dios es Misericordioso. Y eso está bien dicho así. El problema está en que, muchas veces al decir eso, estamos pensando que, porque es Misericordioso, Dios acepta todos nuestros pecados. No. Dios no es alcahuete. Él es Misericordioso porque perdona los pecados al pecador que se arrepiente y se confiesa en la Confesión Sacramental.
Cuando Dios nos busca, no es para consentirnos en el pecado, sino para que nos arrepintamos y cambiemos de vida. Más aún: Dios busca muy especialmente al infractor, al incrédulo, al pecador, no para consentirlo en su falta, sino para que se arrepienta y para sanarlo, perdonarlo y hacerlo nuevo.

Conclusión: ¡Qué Bueno es nuestro Dios, que no sólo nos perdona, sino que nos transforma de tal manera que nos hace creaturas nuevas! Así hizo con Zaqueo. De tal forma lo renovó, que lo transformó en un hombre nuevo. Caritativo: “Mira, Señor, voy a dar a los pobres la mitad de mis bienes”. Restaurador del mal hecho a los demás: “Y si he defraudado a alguien, le restituiré cuatro veces más”. El Dios Verdadero no sólo obra perdonando al pecador que, arrepentido, confiesa su falta, sino que va más allá: crea en él un corazón puro y le otorga un espíritu nuevo, renueva interiormente a la persona y la prepara para alabar a Dios y para dar testimonio de su conversión. (cf. Salmo 50, 12-19). Y, aunque nuestros pecados fueran negros como la noche, la Misericordia Divina es más luminosa que nuestra negrura. Sólo hace falta que, como Zaqueo, quien se subió a un árbol para poder divisar a Jesús, nos subamos -al menos un poquito- por encima de nuestra miseria, para ver pasar al Señor.
Sólo hace falta que el pecador al menos abra la puerta de su corazón, y reconozca arrepentido que ha ofendido a Dios y luego se confiese. Dios hace el resto.

(*)Mario A. Díaz Molina es Profesor de Religión y Filosofía. Licenciado en Educación. Egresado de la Universidad Católica del Maule.


Freddy Mora | Imprimir | 800