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sábado 23 de agosto del 2025
Opinión 21-08-2025
El anhelo personal: la revolución silenciosa del empresario actual

Mariano Berazaluce, Cofundador de Balio Partners
Algo está cambiando profundamente en el mundo de los negocios. La evolución de tres generaciones de empresarios muestra un cambio significativo: los abuelos dieron todo por la empresa, sus hijos intentaron separar persona y negocio, mientras que los emprendedores jóvenes de hoy plantean algo completamente distinto.
Esta transformación revela una paradoja: los empresarios actuales construyen organizaciones con la mentalidad de generaciones anteriores, pero aspiran a vivir con la mirada de las nuevas generaciones.
Los empresarios tradicionales tenían una relación clara con sus negocios: "vivían para trabajar". El éxito se medía en horas dedicadas, sacrificios personales y lealtad absoluta a la empresa. Era normal trabajar 12 horas diarias, interrumpir vacaciones familiares por "emergencias" del negocio, y postergar sueños personales indefinidamente.
Existe un patrón predecible: el empresario comienza siendo indispensable, la empresa crece pero trabaja más horas, hasta tener un negocio exitoso pero una vida desbalanceada. Los síntomas son familiares: "todo depende de mí", "duermo mal pensando en el negocio". El resultado: empresarios con negocios rentables que se convirtieron en prisioneros de su propio éxito.
Los nuevos emprendedores no replican este modelo. Para ellos, el trabajo es un medio para alcanzar otros fines: calidad de vida, independencia, desarrollo profesional. El 84% de la Generación Z rechaza empleos completamente presenciales, mientras que el 40% de los millennials rechaza empresas que no se alineen con sus valores.
Estos jóvenes están construyendo las empresas que muchos empresarios establecidos secretamente desean tener.
La solución está en definir un anhelo personal que responda preguntas específicas: ¿Cuántas horas trabajar semanalmente en tres años? ¿Cómo participar en la crianza de los hijos? ¿Desde dónde dirigir la empresa? Estas no son preguntas filosóficas, sino decisiones de diseño empresarial que definen cómo debe estructurarse una organización.
La pregunta clave no es si la empresa es exitosa, sino si el éxito incluye cuánto aporta al anhelo personal del empresario. Una empresa verdaderamente exitosa debe permitir vivir la vida que se quiere vivir.
Los nuevos emprendedores construyen empresas alineadas con sus anhelos desde el inicio. Las organizaciones lideradas por fundadores con claridad sobre su anhelo personal tienen ventajas competitivas: atraen mejor talento porque los equipos quieren trabajar para líderes auténticos, toman decisiones más rápidas porque tienen criterios claros, y son más sostenibles porque no dependen de la energía finita de una sola persona.
La transformación ya está ocurriendo. Los empresarios que evolucionen definiendo su anhelo personal mantendrán relevancia; quienes no lo hagan, arriesgan que sus empresas queden obsoletas.
El anhelo personal no es una moda generacional, sino la herramienta para diseñar empresas exitosas y humanamente sostenibles.
Algo está cambiando profundamente en el mundo de los negocios. La evolución de tres generaciones de empresarios muestra un cambio significativo: los abuelos dieron todo por la empresa, sus hijos intentaron separar persona y negocio, mientras que los emprendedores jóvenes de hoy plantean algo completamente distinto.
Esta transformación revela una paradoja: los empresarios actuales construyen organizaciones con la mentalidad de generaciones anteriores, pero aspiran a vivir con la mirada de las nuevas generaciones.
Los empresarios tradicionales tenían una relación clara con sus negocios: "vivían para trabajar". El éxito se medía en horas dedicadas, sacrificios personales y lealtad absoluta a la empresa. Era normal trabajar 12 horas diarias, interrumpir vacaciones familiares por "emergencias" del negocio, y postergar sueños personales indefinidamente.
Existe un patrón predecible: el empresario comienza siendo indispensable, la empresa crece pero trabaja más horas, hasta tener un negocio exitoso pero una vida desbalanceada. Los síntomas son familiares: "todo depende de mí", "duermo mal pensando en el negocio". El resultado: empresarios con negocios rentables que se convirtieron en prisioneros de su propio éxito.
Los nuevos emprendedores no replican este modelo. Para ellos, el trabajo es un medio para alcanzar otros fines: calidad de vida, independencia, desarrollo profesional. El 84% de la Generación Z rechaza empleos completamente presenciales, mientras que el 40% de los millennials rechaza empresas que no se alineen con sus valores.
Estos jóvenes están construyendo las empresas que muchos empresarios establecidos secretamente desean tener.
La solución está en definir un anhelo personal que responda preguntas específicas: ¿Cuántas horas trabajar semanalmente en tres años? ¿Cómo participar en la crianza de los hijos? ¿Desde dónde dirigir la empresa? Estas no son preguntas filosóficas, sino decisiones de diseño empresarial que definen cómo debe estructurarse una organización.
La pregunta clave no es si la empresa es exitosa, sino si el éxito incluye cuánto aporta al anhelo personal del empresario. Una empresa verdaderamente exitosa debe permitir vivir la vida que se quiere vivir.
Los nuevos emprendedores construyen empresas alineadas con sus anhelos desde el inicio. Las organizaciones lideradas por fundadores con claridad sobre su anhelo personal tienen ventajas competitivas: atraen mejor talento porque los equipos quieren trabajar para líderes auténticos, toman decisiones más rápidas porque tienen criterios claros, y son más sostenibles porque no dependen de la energía finita de una sola persona.
La transformación ya está ocurriendo. Los empresarios que evolucionen definiendo su anhelo personal mantendrán relevancia; quienes no lo hagan, arriesgan que sus empresas queden obsoletas.
El anhelo personal no es una moda generacional, sino la herramienta para diseñar empresas exitosas y humanamente sostenibles.
Freddy Mora | Imprimir | 82
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