Hoy
Opinión 22-05-2025
El ecosistema cooperativo en Chile: poner a las personas en el centro

Natalia León, directora ejecutiva de Fundación Coopeuch
Desde hace décadas, las cooperativas en Chile son una alternativa económica viable y sostenible en diversas áreas geográficas y sectores productivos. En el mundo, su papel es tan relevante para la economía y la cohesión social, que la ONU decretó 2025 como el año internacional de las cooperativas, fecha a la que nuestro país se suma con muchos desafíos por delante.
De acuerdo con la División de Asociatividad y Cooperativas (DAES), del Ministerio de Economía, Fomento y Turismo, existen 2.140 cooperativas, activas y vigentes, distribuidas a lo largo del país. A marzo de 2025, este número aumentó un 13,8% respecto de igual mes de 2024, mientras que ese año registró un 36,5% de participación de mujeres en consejos y directorios de cooperativas versus un 15,9% en otros tipos de empresas.
A nivel nacional, las regiones Metropolitana y de La Araucanía son las que más crecieron el último año, con 54 y 41 cooperativas respectivamente, mientras que, en números totales, agrupan a más de dos millones de personas. Si analizamos el rol que este modelo empresarial juega fuera de la capital, su conformación responde a necesidades específicas de conectividad e infraestructura. Un ejemplo son las cooperativas de agua y electricidad, que han permitido brindar y mejorar el acceso a necesidades básicas de miles de personas, en lugares donde el mercado no llega.
En términos de impacto, además de crear empleos o nuevas empresas, las cooperativas transforman la relación entre las personas asociadas para responder a objetivos comunes y las pone en el centro de su negocio. Al existir un esfuerzo equilibrado, los beneficios se distribuyen equitativamente y se fortalecen las economías locales. Además, la toma de decisiones democráticas fomenta la innovación social al integrar diversas perspectivas y necesidades del territorio, mientras que, al empoderar a las personas en su rol de propietarios, se promueve una mayor resiliencia económica, con decisiones orientadas al bien común y a la sostenibilidad a largo plazo, más que al lucro inmediato.
A pesar de su buena salud, el ecosistema cooperativo en Chile enfrenta barreras que frenan su crecimiento: dificultades en el acceso a financiamiento, bajo conocimiento del público y escasez de profesionales con una adecuada formación sobre el modelo y un bajo recambio generacional, son desafíos que debemos atender. Esto, sumado a políticas públicas adaptadas a las realidades de cada región, puede ayudar a robustecer y expandir este modelo empresarial, hoy aplicado en distintos sectores, desde los puramente productivos hasta aquellos en donde los servicios ocupan un rol central.
A lo largo de los años, las cooperativas han alcanzado un espacio dentro del perfil económico de Chile. Son organizaciones con impacto social, resilientes en momentos de alta volatilidad. Por esto, debemos seguir trabajando para que permeen más espacios de la sociedad, como la banca, la educación u otros como los cuidados en un país que envejece, y crear los espacios adecuados para que se puedan dar a conocer y se comuniquen de forma adecuada.
El ecosistema cooperativo es una alternativa atractiva para contribuir al desarrollo del país y un modelo adecuado para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible declarados por la ONU, como la reducción de la pobreza, las brechas de género y la disminución de las desigualdades. Es un modelo empresarial capaz de adaptarse a diferentes tiempos y contextos sociales. Ahí radica una de sus mayores fortalezas.
Desde hace décadas, las cooperativas en Chile son una alternativa económica viable y sostenible en diversas áreas geográficas y sectores productivos. En el mundo, su papel es tan relevante para la economía y la cohesión social, que la ONU decretó 2025 como el año internacional de las cooperativas, fecha a la que nuestro país se suma con muchos desafíos por delante.
De acuerdo con la División de Asociatividad y Cooperativas (DAES), del Ministerio de Economía, Fomento y Turismo, existen 2.140 cooperativas, activas y vigentes, distribuidas a lo largo del país. A marzo de 2025, este número aumentó un 13,8% respecto de igual mes de 2024, mientras que ese año registró un 36,5% de participación de mujeres en consejos y directorios de cooperativas versus un 15,9% en otros tipos de empresas.
A nivel nacional, las regiones Metropolitana y de La Araucanía son las que más crecieron el último año, con 54 y 41 cooperativas respectivamente, mientras que, en números totales, agrupan a más de dos millones de personas. Si analizamos el rol que este modelo empresarial juega fuera de la capital, su conformación responde a necesidades específicas de conectividad e infraestructura. Un ejemplo son las cooperativas de agua y electricidad, que han permitido brindar y mejorar el acceso a necesidades básicas de miles de personas, en lugares donde el mercado no llega.
En términos de impacto, además de crear empleos o nuevas empresas, las cooperativas transforman la relación entre las personas asociadas para responder a objetivos comunes y las pone en el centro de su negocio. Al existir un esfuerzo equilibrado, los beneficios se distribuyen equitativamente y se fortalecen las economías locales. Además, la toma de decisiones democráticas fomenta la innovación social al integrar diversas perspectivas y necesidades del territorio, mientras que, al empoderar a las personas en su rol de propietarios, se promueve una mayor resiliencia económica, con decisiones orientadas al bien común y a la sostenibilidad a largo plazo, más que al lucro inmediato.
A pesar de su buena salud, el ecosistema cooperativo en Chile enfrenta barreras que frenan su crecimiento: dificultades en el acceso a financiamiento, bajo conocimiento del público y escasez de profesionales con una adecuada formación sobre el modelo y un bajo recambio generacional, son desafíos que debemos atender. Esto, sumado a políticas públicas adaptadas a las realidades de cada región, puede ayudar a robustecer y expandir este modelo empresarial, hoy aplicado en distintos sectores, desde los puramente productivos hasta aquellos en donde los servicios ocupan un rol central.
A lo largo de los años, las cooperativas han alcanzado un espacio dentro del perfil económico de Chile. Son organizaciones con impacto social, resilientes en momentos de alta volatilidad. Por esto, debemos seguir trabajando para que permeen más espacios de la sociedad, como la banca, la educación u otros como los cuidados en un país que envejece, y crear los espacios adecuados para que se puedan dar a conocer y se comuniquen de forma adecuada.
El ecosistema cooperativo es una alternativa atractiva para contribuir al desarrollo del país y un modelo adecuado para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible declarados por la ONU, como la reducción de la pobreza, las brechas de género y la disminución de las desigualdades. Es un modelo empresarial capaz de adaptarse a diferentes tiempos y contextos sociales. Ahí radica una de sus mayores fortalezas.
Freddy Mora | Imprimir | 107