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jueves 19 de junio del 2025
Opinión 19-06-2025
La desinformación: una amenaza prioritaria para las organizaciones

Juan Cristóbal Portales, director general en LLYC Chile
En tiempos donde la inteligencia artificial puede generar en segundos una imagen falsa, clonar una voz o replicar el estilo de redacción de cualquier medio de comunicación, la línea entre lo verdadero y lo ficticio se ha vuelto difusa. El más reciente informe de LLYC, titulado "La desinformación causa pérdidas reales: cómo blindar a las empresas frente al daño reputacional y financiero", confirma lo que muchos temen, pero pocos enfrentan con estrategia: la desinformación ya no es un asunto político ni social exclusivamente. Hoy es una amenaza financiera y empresarial de alto calibre.
El 7 de abril de este año, una publicación falsa en redes sociales aseguraba que Estados Unidos suspendería los aranceles durante 90 días, excluyendo a China. La información, sin verificación previa, fue amplificada por medios especializados y provocó una subida momentánea del S&P 500 equivalente a 2.4 billones de dólares. Minutos después, el desmentido oficial hizo que todo colapsara. El mercado perdió más de lo que había ganado… en apenas 23 minutos.
Chile no está exento. En 2021, en plena incertidumbre por la redacción de una nueva Constitución, una noticia falsa circuló ampliamente: supuestamente el nuevo texto prohibiría la propiedad privada. Aunque fue desmentida por expertos constitucionalistas y la Convención, el daño ya estaba hecho. Las acciones de ciertas empresas bajaron y, peor aún, miles de ciudadanos tomaron decisiones económicas con base en esa información manipulada.
Lo que muestra el señalado informe es que estos fenómenos no son aislados. La desinformación se ha convertido en un "arma de mercado" usada para especular, manipular valores bursátiles, generar pánico entre los consumidores o erosionar la confianza en instituciones clave como bancos o gobiernos. Un simple tuit o un video manipulado puede provocar el retiro masivo de depósitos bancarios o la caída del valor de una acción. Según el informe, se calcula que a nivel mundial las pérdidas anuales por desinformación superan los 78.000 millones de dólares, 39.000 de los cuales provienen directamente de la volatilidad bursátil.
La sofisticación de las herramientas de desinformación también ha evolucionado. Hoy se utilizan deepfakes, audios clonados con IA y narrativas hiperpersonalizadas que apelan al miedo o al sesgo del usuario. Y si bien la inteligencia artificial es parte del problema, también puede ser parte de la solución.
Por ello, es primordial enfrentar esta situación con un enfoque integral, que combina tecnología avanzada con inteligencia humana. Utilizar herramientas de machine learning y procesamiento de lenguaje natural para detectar contenidos manipulados, identificar patrones de comportamiento inorgánico en redes sociales y simular ataques de desinformación para anticiparse a posibles crisis. Además, se debe trabajar estrechamente con líderes corporativos para desarrollar estrategias de contención reputacional y protocolos de respuesta inmediata. Todo esto con un enfoque ético, predictivo y centrado en blindar la confianza: el activo más valioso de cualquier organización.
Hoy, el mayor riesgo ya no es una mala gestión, sino una percepción errónea viralizada. Protegerse de la desinformación no es una opción, es una prioridad. no se trata de si ocurrirá… sino de cuándo.
Freddy Mora | Imprimir | 52