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sábado 03 de mayo del 2025
Opinión 12-03-2024
La inclusión obligatoria y forzada en las escuelas

El sistema de admisión escolar (SAE) en Chile, es un sistema automatizado de postulación a los centros educacionales que desde el año 2016 ha pretendido acabar con la selección de estudiantes, orientar la elección de acuerdo a ciertos criterios de inclusión y cuyo desafío, además, es terminar con la discriminación. Orientemos ahora, esta realidad con los estudiantes que presentan necesidades educativas especiales. Sin duda, el sistema de admisión (antes presencial y ahora a distancia) ha facilitado y organizado los procesos, permite que el apoderado conozca a profundidad el proyecto educativo de los establecimientos y de acuerdo al interés familiar proponer una lista de escuelas, colegios o liceos. En este afán antidiscriminatorio, se han abierto de par en par puertas y ventanas para que todos, sin distinción social, económica, religiosa, cultural e individual puedan acceder a la escuela. Se comprende así, a la escuela como un espacio de efectivo y sustantivo encuentro, en el que las diferencias enriquecen, en el que las barreras entre grupos se difuminan para hacer de las aulas y patios, lugares ricos en diversidad, como la vida misma más allá de los muros del centro educativo. Si en la comunidad exterior a la escuela (a lo que algunos llaman “la vida real”) los grupos de distintas características tienen la posibilidad de interactuar sin obstáculos que dificulten la comunicación y el trabajo común, en la escuela tal realidad cotidiana, debería vivirse de la misma forma.
Ahora bien, ¿está la escuela preparada para recibir a todos los estudiantes que postulen a ella (entre ellos los alumnos con necesidades educativas especiales)? Nos hemos preocupado del acceso, pero ¿qué sucede con los estudiantes una vez han ingresado?, ¿la infraestructura cuenta con acceso universal?, ¿están presentes los profesionales idóneos para el sostenimiento e intervención especialista a estudiantes con diagnósticos de alta complejidad?, ¿existen recursos pedagógicos establecidos que en su diseño original propendan a dar respuesta certera a la diversidad?, ¿está la comunidad educativa de la escuela sensibilizada y educada para en su conjunto, facilitar el desarrollo integral de los estudiantes con necesidades educativas especiales y barreras para el aprendizaje? La lógica y la prudencia nos indican que aquellos que están dispuestos a recibir a todos, también están en condiciones de mantenerlos a todos. Pero los establecimientos educativos abren sus modernas y grandes fauces, teniendo el estómago en pésimas condiciones. Devoran, pero no se nutren. La inclusión referida específicamente a la educación especial es así entonces, una inclusión forzada y obligatoria, nunca una expresión natural, voluntaria y espontánea del sistema educativo. Los educadores diferenciales (aún con los nudos críticos de su propio trabajo) intentan solucionar y accionar creativamente ante los desafíos planteados, generalmente con una escaza o deficiente asesoría comunal, con horarios mendigados, con menciones no reconocidas, con recursos financieros con números en rojo y con una carga documental que a nadie verdaderamente le importa. ¿Hay en todas las escuelas disponibilidad de psicopedagogos, fonoaudiólogos, terapeutas ocupacionales u otros asistentes profesionales y no profesionales de la educación?, ¿se brinda capacitación institucional atingente a todos los docentes?
Por ejemplo, las escuelas y los liceos de una comuna, deberían contar con un plan general vinculatorio que facilite la puesta en marcha de procesos pedagógicos comunes, coherentes y cohesionados, cuyo propósito sea un sostenimiento efectivo y una transición adecuada de los estudiantes con necesidades educativas especiales entre los distintos niveles educativos. Pero la realidad nos declara que estudiantes llegan hasta la educación media sin saber leer ni escribir, sin saber adicionar y sustraer, con nulos hábitos y estrategias de estudio. Los profesores de enseñanza básica no se vinculan con los profesores de enseñanza media. La mayor vinculación es formar parte de un grupo de WhatsApp. Sucede aquí, sucede allá, sucede en todas partes. Vicios y patologías de la educación especial. No hay tiempo, yo mismo escribo esta columna a altas horas de la madrugada de un día sábado. ¿Son víctimas los docentes, de un sistema educativo formal que tiene lagunas muy informales?, ¿son víctimas los estudiantes con necesidades educativas permanentes de un sistema que se vanagloria de llamarse inclusivo por tolerarlo todo, pero que no es capaz de diseñar un formato ministerial de un Plan de adecuación curricular individualizado (PACI), ni de avanzar en la implementación del Diseño universal para el aprendizaje en la educación media, ni de responder a la necesidad de educación especial en la educación de adultos y la educación superior? Nos falta mucho aún en lo que se refiere a la calidad de la educación. Pero queremos ser parte de la solución, no sólo del reclamo. ¡Qué vivan los profesores y estudiantes de Atacama!, ¡que vivan los psicopedagogos!, ¡que vivan los educadores diferenciales!
Boris Albert
Psicopedagogo y Educador diferencial
Freddy Mora | Imprimir | 637
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