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Opinión 17-08-2024
La muerte coquetea conmigo

Carlos Yáñez Olave, escritor
Han pasado muchos años con velocidad de ovnis. No es primera vez que lo relato. Sucedió el año 1958, cuando era un lolo y la vida me entregaba el inicio de los placeres que ésta otorga, en aventuras de conquistas y decepciones que desvelaban con lágrimas escondidas y silentes.
Fue una noche que una pesadilla me desveló, revelando con terror un terrible terremoto. En ese entonces vivía junto a mis padres, en calle Esperanza con Freire. Iba llegando a casa cuando las veredas iniciaron un alocado baile con un sonido tétrico, que emanaba desde la profundidad de la tierra
Las calles ofrecían unos boquerones abriendo anchas bocas para tragarme. Los postes de la luz y teléfonos semejaban una venia, inclinándose hasta el suelo y luego volvían a su lugar. Los cables se cortaban chispeando e iniciando asombrosas llamas luminosas que casi enceguecían. El movimiento sísmico me botó, pudiendo observar con horror los cables eléctricos, muy cerca de mi cuerpo, azotan el suelo.
Ya sentía en mi espalda uno de ellos, electrocutándome…entonces usando mi arrastrar de punto y codo, intentaba llegar a la puerta de entrada, pasando por el antejardín de rosas rojas y amarillas…mi madre me esperaba aterrada con la puerta abierta, que se cerraba y abría.
Miré hacia el cielo y, aunque lo duden, vi nuestro planeta vacío y luego, lentamente, se dibujó “1960” … año mil novecientos sesenta (1960).
Desperté sentado en la cama, atándome los cordones de los zapatos, en una madrugada que los objetos colgantes se mecían y algunos se caían. Extraño ronquido profundo, parecía el bostezar de un mar enojado y las lolas se elevaban como queriendo atrapar las nubes. Lentamente y en silencio, me dirigí al dormitorio de mis padres, quienes sorprendidos preguntaron: -qué haces a estas horas, ¿levantado? -Es que ¡parece que va a temblar!, respondí, tímidamente.
…Y empezó el terremoto. Sacudones potentes. Gritos y oraciones. Llantos y promesas.
El día continuó con réplicas de espanto. En la tarde, aproximadamente a las 15:30 hrs., se despidió con furia y sin piedad abriendo grietas, botando casas, árboles y muros…parecía un potro salvaje enloquecido.
Ni padres nuestros ni ave María, los detenía. Un terremoto que parecía no acabar.
Recordé mi pesadilla del año 1958, donde en el suelo se dibujó el planeta tierra y abarcando todo este, figuraba el año 1960.
Basado en esto, creo me asustó un desagradable sueño (pesadilla) a fines del pasado año (2023) …mi madre me despertó, mostrándome un calendario que indicaba el mes de julio de 2024.
-¡Hasta el 28 de julio dura tu andar, por el sendero de tu existencia!
A principios de este año, con el objeto de no dejarlo en el silencio eterno, se lo comenté a unos lúcidos y respetuosos amigos.
Llegó el mes de julio y, con este, un virus que se alojó en mis pulmones. El extraordinario doctor Víctor Molina, inició su lucha por expulsarlos del lugar…
Confieso que olí la muerte. Y para que no me descubriera, muy calladamente a nadie le conté, cuando algunas noches no podía respirar, estaba convencido que había llegado el momento.
No lo quería aceptar, porque tengo que terminar un interesante libro, que en ese otro lugar no se puede relatar.
Freddy Mora | Imprimir | 280