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viernes 08 de agosto del 2025
Opinión 08-08-2025
Lengua, mente y evidencia: las ciencias cognitivas en la formación traductora

Felipe von Hausen
Académico Carrera de Traducción e Interpretación en Inglés
Universidad de Las Américas, Sede Concepción
Durante décadas, la formación en traducción e interpretación ha oscilado entre el enfoque puramente lingüístico y el modelo profesionalizante. Sin embargo, en este vaivén muchas veces se ha marginado un campo clave: las ciencias cognitivas. Este conjunto de disciplinas —que integra psicología, neurociencia, lingüística, filosofía de la mente e inteligencia artificial— ofrece herramientas insustituibles para comprender cómo funciona el procesamiento lingüístico, más allá de la intuición o la tradición.
A pesar de su relevancia, en el ámbito formativo persisten ideas desactualizadas o derechamente erróneas, por ejemplo: que existe un centro exclusivo del lenguaje en el cerebro, que las lenguas maternas y extranjeras se almacenan en sitios distintos, o que algunas son por naturaleza más complejas que otras. Afirmaciones como estas no solo son mitos, sino obstáculos epistemológicos que empobrecen la comprensión del lenguaje como fenómeno humano total.
En traducción e interpretación, funciones como la memoria de trabajo, atención sostenida, control inhibitorio o flexibilidad cognitiva, no son nociones abstractas: son variables reales que afectan el rendimiento, la toma de decisiones y la calidad del resultado. Comprender estos procesos, medirlos, entrenarlos y considerarlos en la capacitación profesional, es una tarea urgente si se aspira a una traductología con fundamentos sólidos.
Reivindicar el lugar de las ciencias cognitivas en la formación traductora no es reemplazar lo humanístico por lo experimental, sino enriquecerlo con evidencia, precisión y respeto por la complejidad de la mente humana en acción.
Académico Carrera de Traducción e Interpretación en Inglés
Universidad de Las Américas, Sede Concepción
Durante décadas, la formación en traducción e interpretación ha oscilado entre el enfoque puramente lingüístico y el modelo profesionalizante. Sin embargo, en este vaivén muchas veces se ha marginado un campo clave: las ciencias cognitivas. Este conjunto de disciplinas —que integra psicología, neurociencia, lingüística, filosofía de la mente e inteligencia artificial— ofrece herramientas insustituibles para comprender cómo funciona el procesamiento lingüístico, más allá de la intuición o la tradición.
A pesar de su relevancia, en el ámbito formativo persisten ideas desactualizadas o derechamente erróneas, por ejemplo: que existe un centro exclusivo del lenguaje en el cerebro, que las lenguas maternas y extranjeras se almacenan en sitios distintos, o que algunas son por naturaleza más complejas que otras. Afirmaciones como estas no solo son mitos, sino obstáculos epistemológicos que empobrecen la comprensión del lenguaje como fenómeno humano total.
En traducción e interpretación, funciones como la memoria de trabajo, atención sostenida, control inhibitorio o flexibilidad cognitiva, no son nociones abstractas: son variables reales que afectan el rendimiento, la toma de decisiones y la calidad del resultado. Comprender estos procesos, medirlos, entrenarlos y considerarlos en la capacitación profesional, es una tarea urgente si se aspira a una traductología con fundamentos sólidos.
Reivindicar el lugar de las ciencias cognitivas en la formación traductora no es reemplazar lo humanístico por lo experimental, sino enriquecerlo con evidencia, precisión y respeto por la complejidad de la mente humana en acción.
Freddy Mora | Imprimir | 81