jueves 29 de mayo del 2025
El Diario del Maule Sur
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Opinión 10-08-2023
OHiggins y la Agricultura
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Leopoldo Maucher Rocha
Miembro del Instituto Ohigginiano, filial Linares


En su obra “Los Oficios” sentencia el gran Cicerón: “entre todas las cosas de provecho no existe ninguna superior a la agricultura; ninguna otra que sea más útil, más dulce, más digna de un hombre libre”.
O Higgins comprendió bien la sentencia del gran orador romano y por eso siente el llamado del campo, el impulso a la tarea agrícola, la vocación al cultivo de la tierra. En su carta a Mackenna le expresa: “La carrera a la que me siento inclinado por naturaleza y carácter es la de labrador”. Lo que se recibe en la primera niñez perdura hasta el atardecer de su vida. En la hacienda de sus padrinos en Talca Juan Albano Pereira y Bartolina de la Cruz Bahamonde, toma los primeros contactos con las hermosuras del campo, con sus amaneceres risueños, con el galopar de los caballos, con las faenas de siembra, con el alegre cosechar, con el murmullo del Lircay. Llevará durante toda su vida en los rincones más íntimos del alma el llamado a la vida campesina.
Pasado los años de su formación y terminado su peregrinar por Lima, Cádiz y Londres vuelve a la tierra que ama. El 29 de enero de 1804 toma posesión de la hacienda “San José de las Canteras”. El nombre del predio provenía de uno de sus antiguos dueños, el Capitán Don José Núñez de la Cantera, fallecido en 1698. (Archivo OHiggins. Tomo I, p. 46), que su padre Don Ambrosio le otorgara como herencia.
La hacienda llenaba sus aspiraciones de agricultor. Era vastísima – 16.099 cuadras de superficie – y con una dotación de 4.200 cabezas de ganado bovino y 540 caballares.
En Las Canteras respira hondo. Trabaja de sol a sol. El Creador le sale al encuentro en las hermosuras de una naturaleza pródiga y bella. Su corazón palpita con Chile. Soplan los primeros vientos de independencia. Su espíritu de servicio le obliga a posponer sus trabajos campesinos.
Siendo Director Supremo, recibe una carta de D. José de Irisarri desde Londres en que le sugiere la creación de una Escuela Agrícola, “para que se eduquen los hijos de los hacendados que algún día serán agricultores, y después de darles las nociones generales que convienen a todo hombre ilustrado se les enseñarán todos los ramos de la física que tienen relación con la agricultura, comenzando desde el conocimiento de las diferentes clases de tierra, sus combinaciones y cualidades, hasta los provechos que ofrecen la química, la mecánica y la hidráulica, para que de este modo se sepa generalmente y con perfección cuanto es necesario para ser un sabio agricultor”.
El llamado al trabajo del campo que sintiera durante toda su vida será una realidad en su prolongado ostracismo en Perú.
El año 1822 el Perú, agradecido de la ayuda prestada por OHiggins a su independencia, le obsequió dos haciendas: Montalván y Cuiva. Dice así el decreto: “ Los eminentes servicios que ha hecho a la causa de América el Supremo Director de Chile, D. Bernardo OHiggins, y la principal parte que ha tenido en la libertad del Perú, dirigiendo a este gran objeto los esfuerzos de su administración, hasta verlo cumplido, exigen que el gobierno, contemplándolo que el Perú se debe a sí mismo y lo que debe a los que han cooperado a su Emancipación, dé un testimonio público y durable de los sentimientos de justicia que lo animan, por tanto: He acordado y decreto: primero las haciendas de Montalván y Cuiva, en el valle de Cañete, pertenecientes al estado, quedan aplicadas en toda propiedad con los enseres que tienen, al Capitán General D. Bernardo OHiggins, Director Supremo de Chile, para que él y sus herederos puedan disponer de ellas como dueños legítimos, conforme a las leyes”.
Su trabajo fue ímprobo. Todo era ruina y desorden. Sin embargo, las dos haciendas ofrecían grandes posibilidades de éxito agrario. Volvía OHiggins al trabajo campesino, siguiendo su inclinación: “Para lo que yo me consideraría más apto sería para cultivar el suelo; y esta es la carrera que yo preferiría”.
Para colocar los productos, caña de azúcar y alfalfa, viajaba esporádicamente a Lima.
Pasó épocas duras. La pobreza lo visitó a pesar de sus esfuerzos. Pero en 1827 escribe con optimismo: “Después de infatigables esfuerzos he llegado a convertir esta propiedad en un fundo productivo, asegurando así mi independencia y la de mi familia para toda la vida aun cuando Las Canteras no me produzcan un centavo”.
Como una coronación de su vocación campesina, de sus afanes y esfuerzos en Las Canteras; de su dinamismo agrícola en Montalván y Cuiva; de su cariño por la tarea del campo; la Sociedad Chilena de Agricultura y Colonización, lo nombra su patrono el 26 de diciembre de 1841.
O Higgins agradece el nombramiento “como uno de los más importantes y honrosos que haya recibido durante su vida pública y uno de los más altos a que pudiera aspirar un ciudadano en esta vida”.
Faltaba solo un año para su muerte…
(Del libro “Raíces de la Historia”)

Freddy Mora | Imprimir | 681