martes 08 de julio del 2025
El Diario del Maule Sur
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Opinión 20-06-2025
¿Por qué la estrategia es la gran ausente en los pequeños negocios?
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No es que no piensen en el futuro. Es que el día a día no los deja levantar la cabeza.
Lo urgente gana siempre, pero no construye nada.
En la mayoría de las pequeñas empresas y emprendimientos familiares, los días empiezan temprano y terminan tarde. Siempre hay algo para hacer, algo que falta, algo que se rompe. El tiempo se consume entre resolver problemas, pagar cuentas, atender clientes, cubrir ausencias. En ese ritmo, ¿quién tiene espacio para sentarse a pensar?
Pero ahí está el dilema: sin una mirada estratégica, sin una hoja de ruta, el negocio depende exclusivamente del instinto, del esfuerzo y de la memoria del dueño. Y eso funciona… hasta que deja de funcionar. Porque los contextos cambian, los márgenes se achican, la competencia crece. Y lo que antes era suficiente, de pronto ya no alcanza.
Confundir trabajar mucho con avanzar.
Una trampa común en los pequeños negocios es creer que el esfuerzo garantiza resultados. Y sí, el esfuerzo es indispensable. Pero no reemplaza al análisis, al orden, ni a la planificación. Hay empresas que trabajan sin parar y sin embargo no logran crecer. No por falta de capacidad, sino porque nunca se sentaron a definir adónde quieren llegar y cómo piensan hacerlo.
La estrategia no es un lujo para grandes corporaciones. Es una necesidad básica para cualquier empresa que quiera sobrevivir en el tiempo. Pensar estratégicamente es decidir qué hacer y qué no. Es priorizar. Es saber cuándo conviene crecer y cuándo conviene esperar. Es entender el negocio como un sistema que necesita coherencia, foco y dirección.
La soledad del decisor y la resistencia al cambio.
Muchos dueños de PyMEs no tienen con quién pensar. No hay socios estratégicos, no hay equipos con los que compartir decisiones. Todo recae sobre sus hombros. Eso genera agotamiento, pero también una peligrosa autosuficiencia. Se toman decisiones basadas en lo que funcionó antes, en lo que se “siente”, en lo que se puede, no en lo que conviene.
Y cuando alguien sugiere cambiar, profesionalizar, delegar o incorporar herramientas de gestión, aparece la resistencia: “esto siempre lo hicimos así”, “nadie conoce el negocio como yo”. Es entendible. Pero también es un freno. Porque ningún negocio crece si no se suelta parte del control. Ningún negocio evoluciona si no se somete, aunque sea un rato, a la incomodidad de pensarse distinto.
Estrategia es elegir con sentido.
Tener una estrategia no es tener un plan perfecto. Es tener dirección. Es saber por qué se hace lo que se hace. Es anticipar problemas antes de que estallen. Es transformar la urgencia en decisiones. Es, en definitiva, dejar de sobrevivir para empezar a construir.
Los pequeños negocios no necesitan más recetas. Necesitan espacios para pensar, para mirar de lejos lo que hacen todos los días de cerca. Y eso, más que una moda de gestión, es una herramienta vital para cualquier empresa que quiera llegar al futuro sin agotarse en el intento.
Freddy Mora | Imprimir | 152