Señor director:

Sabemos que las ciencias difícilmente podrían desarrollarse sin vincularse con la sociedad a la que pertenecen. Su aceptación o rechazo ha formado parte de una historia que suele presentarse como una relación problemática entre entidades supuestamente separadas —ciencia y sociedad— y cuyas dificultades tienden a reducirse a un problema comunicacional o a la falta de alfabetización científica de las personas.

La comunicación pública de la ciencia no se limita a transmitir conocimientos: sus objetos culturales forman parte de la creación social de sentido y cumplen un rol clave en la integración de conocimientos científicos a nuestras visiones del mundo, y viceversa. En ello, el rol de la industria editorial es clave y, de hecho, hace varios años, algunos medios y editores han destacado la existencia de un “boom” de libros de divulgación científica en Chile e Iberoamérica. Asimismo, en la última encuesta sobre lectura en Chile (Ipsos-Fundación La Fuente, 2022) las personas declararon que la ciencia ficción y la historia estaban entre sus temáticas preferidas.

Evidentemente, no solo en los libros de ciencia o divulgación científica se manifiesta el interés de las personas en la ciencia. Tanto en la ciencia ficción como en la historia y la divulgación —entre otros géneros—, los imaginarios y conocimientos científicos se imbrican con las reflexiones de la sociedad. Por ello, la cultura científica requiere de monitoreo, difusión y reconocimiento, tarea que ciencia y cultura no deben abordar por separado. Este mes del libro es buen momento para recordarlo.

Isidora Sesnic y Paulo González
Ediciones Universidad Autónoma de Chile
Centro de Comunicación de las Ciencias