jueves 05 de junio del 2025
El Diario del Maule Sur
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Opinión 04-06-2025
Turismo, entre la cantidad y la calidad
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Pablo Rebolledo Dujisin, Director de carrera Administración en Ecoturismo, sede Viña del Mar


El discurso presidencial constituye un insumo privilegiado para identificar prioridades gubernamentales, marcos ideológicos y dispositivos de legitimación del poder. En el caso del turismo, su análisis permite explorar cómo esta actividad es representada desde el aparato estatal, qué actores y territorios se visibilizan o se omiten, y qué tensiones se revelan entre desarrollo económico, sostenibilidad, equidad y participación.
En su reciente Cuenta Pública del 1 de junio, el Presidente de la República afirmó con entusiasmo que “también el 2024 rompimos récords con más de 5 millones de turistas extranjeros que visitaron nuestro hermoso país, un 40% más respecto a 2023… El turismo puede ser una viga maestra de nuestro desarrollo”. A primera vista, la cifra parece alentadora. Sin embargo, es precisamente este tipo de afirmaciones las que merecen una reflexión más profunda.
¿Es el volumen de visitas el indicador que debe guiar la política turística nacional? Sabemos, desde hace décadas, que mayor volumen no equivale necesariamente a mayores ingresos, ni mucho menos a una mejor distribución de estos. Por el contrario, el paradigma de la necesidad de crecimiento infinito y la apuesta únicamente por el volumen de visitas es lo que ha deteriorado y destruido ecosistemas, sobrecargado territorios y generado los amplios movimientos anti-turismo que hoy vemos crecer a nivel mundial.
Esta preocupación no es menor si consideramos que los discursos presidenciales marcan tendencias, y que las palabras elegidas importan. En este caso, la insistencia en el récord de llegadas transmite una lógica cuantitativa que se aleja del principio rector de la Estrategia Nacional de Turismo, la cual postula explícitamente que el crecimiento “debe ser armónico, en calidad más que en cantidad, orientado hacia el bienestar de las personas, la protección de la biodiversidad y promotor de la identidad, cultura y patrimonio”.
Esta tensión entre calidad y cantidad no es anecdótica; es estructural. Y su reiteración en el discurso presidencial no hace más que acentuar la falta de claridad estratégica en torno al modelo turístico que queremos construir. ¿Queremos un turismo masivo o uno sostenible y con sentido territorial? ¿Queremos medir el éxito en cifras de entradas o en indicadores de bienestar, resiliencia ecológica y justicia social?
Desde el mundo profesional, académico, técnico y operativo del turismo, muchos esperábamos algo más. Una expresión clara. Una apuesta coherente entre lo que se
declara y lo que se prioriza en la acción. Porque solo se puede gestionar lo que se conoce, y hasta ahora, parece que solo conocemos –y celebramos– la cantidad de llegadas.
Finalmente, la discusión de fondo está en qué modelo de desarrollo queremos tener: ¿el del volumen de ventas sin importar sus impactos, o el de una búsqueda de equilibrio entre crecimiento, distribución, bienestar y protección de nuestros territorios y comunidades? El turismo puede ser una viga maestra del desarrollo, sin duda. Pero solo si se sostiene sobre pilares firmes de equidad, conservación y participación. No basta con mencionarlo en un párrafo; necesitamos una política pública que lo haga realidad. Porque si el rumbo no se aclara desde la cúspide del poder, difícilmente podremos avanzar hacia un turismo que no solo crezca, sino que también importe.







Freddy Mora | Imprimir | 90