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viernes 28 de marzo del 2025
Opinión 11-06-2024
UN ENCUENTRO EN LA PALABRA Taller Literario de la “AGRUPACIÓN CULTURAL GERMÁN MOURGUES BERNARD”
EL VIENTO
Gabriela Mourgues
Comenzó siendo una brisa suave que refrescaba y estimulaba a pasear, las olas se movían rítmicamente acariciando la arena de las playas. Alegres, las madres tendían la ropa recién lavada en los patios, sacaban a sus pequeños niños que instantáneamente se calmaban con la música de las hojas meciéndose, los enamorados paseaban mirándose a los ojos bajo los grandes árboles de la costanera mientras la implacable luz de ese sol se hacía delicada e imperceptible con la acariciadora brisa.
Pero día a día la brisa que al inicio fue continua y leve, paulatinamente fue haciéndose cada vez más intensa, aunque al comienzo sólo inauguraba las tardes.
Todos eran aún felices en ese tranquilo poblado de la costa, pero comenzaron a cerrarse las ventanas, a colgar la ropa con sujetadores, mientras los enamorados se refugiaban corriendo en los corredores de las casas.
Hasta que ya no fue segura la playa ni la costanera, con una ráfaga repentina algunos carros se volcaron, dejando los caballos accidentados, sólo el interior de los bosques fue un lugar seguro hasta que comenzaron a caer las añosas ramas, muriendo algunos desprevenidos leñadores. Pronto se supo de varios botes extraviados que nunca regresaron. Muchas casas pasaron a tener banderas negras en recuerdo de pescadores desaparecidos. Hasta que la brisa se acabó convirtiendo en viento feroz y esos deteriorados jirones se fueron para siempre… Ni las cruces entre la hierba resistieron y ya nada recordó sus frágiles existencias.
Y ninguna madre más apareció al aire libre, todas las ventanas y puertas se cerraron para siempre, detrás de las claveteadas latas y tablas aún se podía presumir la supervivencia de algunos seres humanos, sus animales y tal vez, algunas plantas.
Aquella horrorosa mañana la primera casa salió volando y quedó flotando sobre el agua tranquila … un momento solamente, un breve momento hasta desaparecer. Otra casa, la mas linda del poblado, voló dejando a sus congelados habitantes para ir a caer exactamente al revés a la orilla de esos cerros lejanos…
Durante años aulló el temido Eolo hasta que finalmente no había nada que se le opusiera. Los huesos quebrados cayeron por fin sobre el paisaje gris, mientras un blanco sol quemaba las dunas.
Freddy Mora | Imprimir | 287