viernes 23 de mayo del 2025
El Diario del Maule Sur
FUNDADO EL 29 DE AGOSTO DE 1937
Opinión 23-05-2025
Una mirada simbólica del papa León XIV
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Dr. Eduardo D. Muñoz Saavedra, director de la Licenciatura en Historia, Universidad Andrés Bello

Con la muerte de Francisco I, ocurrida el pasado mes de abril, diversas voces —algunas con mayor eco que otras en los medios nacionales e internacionales— no solo destacaron la trayectoria del tercer papa en ejercicio del siglo XXI, sino que también anticiparon un proceso complejo para elegir a su sucesor en el sillón de Pedro.
Expertos y analistas, en una suerte de rol oracular, proyectaban que el cónclave sería más extenso de lo habitual, superando el promedio registrado tanto en el siglo XX como en las primeras décadas del XXI (tres días, en promedio). Estas predicciones se sustentaban en un diagnóstico inquietante: la posibilidad de un cisma al interior de la Iglesia, marcado por tensiones profundas entre las corrientes conservadoras y progresistas, cuyas posturas parecen, hoy por hoy, cada vez más irreconciliables.
Sin embargo, contra todo pronóstico, en el segundo día de deliberaciones los cardenales cumplieron con su misión, anunciando al mundo el nombre del nuevo pontífice: Robert Francis Prevost, quien adoptó el nombre de León XIV. Para los historiadores —e incluso para cualquier lector con conocimientos generales de la historia de Occidente— ese nombre no pasa desapercibido. Elegir un nombre papal no es un gesto menor: es una declaración simbólica que busca marcar el rumbo del pontificado frente a los desafíos internos y externos de la Iglesia.
El propio León XIV ha hecho referencia explícita a León XIII, el papa artífice de la encíclica Rerum Novarum, un documento clave en la construcción de la doctrina social de la Iglesia. En ella se denunciaban las consecuencias de la pauperización de la clase obrera, se reivindicaba la dignidad del trabajo y se subrayaba la responsabilidad social de los Estados. Además, advertía sobre la necesidad de incorporar la justicia social como principio rector de la política pública, si se quería frenar el avance del marxismo en el Occidente industrializado.
Pero el significado simbólico del nombre va más allá de León XIII. Como su número indica, antes de él hubo doce pontífices que llevaron el nombre León, conformando una auténtica genealogía histórica y doctrinal. Uno de los más relevantes fue León I (el Magno), quien enfrentó el colapso de la zona occidental del Imperio Romano y los ataques de los romanos paganos. Resulta significativo que la mayoría de los papas que llevaron este nombre ejercieran su pontificado durante la Edad Media —desde León III hasta León VIII—, en un periodo en el que la relación entre la Iglesia y las monarquías cristianas se vio marcada por una alianza tensa, especialmente en torno a la legitimidad del título imperial.
En síntesis, León XIV, matemático y filósofo, con profundo conocimiento de la historia, reconoce a través de su nombre la necesidad de que la Iglesia responda a las problemáticas sociales actuales mediante un progresismo que se aleja de las doctrinas marxistas, pero que no renuncia a la acción social. En un contexto histórico que obliga a la Iglesia a redefinir su identidad entre las luces y sombras del siglo XXI, el nuevo pontífice parece dispuesto a actuar con audacia en el campo político, legitimando ciertos proyectos y cuestionando otros. No solo mediante gestos, sino a través de acciones concretas, sustentadas en una doctrina propia y en una tradición que no rehúye al compromiso con el mundo.

Freddy Mora | Imprimir | 150