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viernes 06 de junio del 2025
Opinión 04-06-2025
Una noche en nuestra Biblioteca
Oscar Mellado Norambuena
Me deslicé a la biblio de mi ciudad, mimetizado en la sombra invernal, sin atisbo de luna ni comadreo de estrellas.
Allí gritaban, reían, pifiaban, se escuchaban adjetivos censurados… en suma, un desatado Babel a la chilena.
Conserva la calma nuestro linarense, Edilberto Domarchi: poeta, cuentista, crítico literario. Orgulloso de su aldea y de su poema Vida de perros, hace un parangón: “nadie es profeta en su tierra”. Invita a que se nos acerque
Manuel Rojas, quien viene bebiendo su Vaso de leche, y a Violeta, que daba gracias A la vida.
Mientras, Pezoa Véliz, desde su solitario lecho en el hospital, afirmaba: “Yo, nada que agradecer a nadie”.
Max Jara puso Carita de luna.
Se acerca Víctor Domingo Silva, abstraído en su poema Al pie de la bandera, y se sumerge en la tibieza azul del Tongoy de su infancia.
Mientras Neftalí Reyes baila tangos con Delia del Carril, al compás de Me gustas cuando callas,
Lafourcade da alpiste a su Palomita blanca.
Huneeus insiste: “La vida es… lo comido y lo bailado”.
Baldomero Lillo deambula por El Chiflón del Diablo.
Rivera Letelier camina maldiciendo a los asesinos de La Coruña y La Santa María.
Raúl Zurita insiste en que el desierto atacameño es puro pastizal.
Jerónimo Lagos Lisboa, sanjavierino, toma:
APUNTES.
Parte el tren,
¡Adiós, poeta!
Queda la tarde violeta
desnudándose en el río.
El sacerdote Francisco Donoso agrega:
Este largo silbido lejano del tren
me ha traído una suave, sutil resonancia,
¡es la voz que me lleva de nuevo a mi infancia!
¡Este largo silbido lejano del tren!
Oscar Castro continúa viajando en su Junco de la ribera.
Huidobro nos motiva: “¡CREAD, cread, pequeños dioses!”.
A los románticos: dejad que la luna viva su vida, ya no es doncella.
Gabriela entibia piececitos descalzos, azulosos de frío.
José Donoso encuentra al Obsceno pájaro de la noche conversando con Lagartija sin cola, en El jardín de al lado.
Rosamel del Valle lee sus versos sin rimas.
Allá, en el otro salón literario, discute el Nobel Günter Grass, y con su Tambor de hojalata da un golpe a Dostoyevski; intervienen los hermanos Karamázov.
Romeo presenta a su pareja Juan Tenorio.
Julieta confiesa su amor a la Gioconda.
Sancho le jura a su “Rucia”:
“Desde mañana comienzo mi dieta”.
Ésta le rebuzna…
—¡No te creo, no te creo, no te creo!
El nuevo día enciende sus luces. Cada autor regresa a su cómodo hábitat. Reina el orden y el silencio.
Me deslicé a la biblio de mi ciudad, mimetizado en la sombra invernal, sin atisbo de luna ni comadreo de estrellas.
Allí gritaban, reían, pifiaban, se escuchaban adjetivos censurados… en suma, un desatado Babel a la chilena.
Conserva la calma nuestro linarense, Edilberto Domarchi: poeta, cuentista, crítico literario. Orgulloso de su aldea y de su poema Vida de perros, hace un parangón: “nadie es profeta en su tierra”. Invita a que se nos acerque
Manuel Rojas, quien viene bebiendo su Vaso de leche, y a Violeta, que daba gracias A la vida.
Mientras, Pezoa Véliz, desde su solitario lecho en el hospital, afirmaba: “Yo, nada que agradecer a nadie”.
Max Jara puso Carita de luna.
Se acerca Víctor Domingo Silva, abstraído en su poema Al pie de la bandera, y se sumerge en la tibieza azul del Tongoy de su infancia.
Mientras Neftalí Reyes baila tangos con Delia del Carril, al compás de Me gustas cuando callas,
Lafourcade da alpiste a su Palomita blanca.
Huneeus insiste: “La vida es… lo comido y lo bailado”.
Baldomero Lillo deambula por El Chiflón del Diablo.
Rivera Letelier camina maldiciendo a los asesinos de La Coruña y La Santa María.
Raúl Zurita insiste en que el desierto atacameño es puro pastizal.
Jerónimo Lagos Lisboa, sanjavierino, toma:
APUNTES.
Parte el tren,
¡Adiós, poeta!
Queda la tarde violeta
desnudándose en el río.
El sacerdote Francisco Donoso agrega:
Este largo silbido lejano del tren
me ha traído una suave, sutil resonancia,
¡es la voz que me lleva de nuevo a mi infancia!
¡Este largo silbido lejano del tren!
Oscar Castro continúa viajando en su Junco de la ribera.
Huidobro nos motiva: “¡CREAD, cread, pequeños dioses!”.
A los románticos: dejad que la luna viva su vida, ya no es doncella.
Gabriela entibia piececitos descalzos, azulosos de frío.
José Donoso encuentra al Obsceno pájaro de la noche conversando con Lagartija sin cola, en El jardín de al lado.
Rosamel del Valle lee sus versos sin rimas.
Allá, en el otro salón literario, discute el Nobel Günter Grass, y con su Tambor de hojalata da un golpe a Dostoyevski; intervienen los hermanos Karamázov.
Romeo presenta a su pareja Juan Tenorio.
Julieta confiesa su amor a la Gioconda.
Sancho le jura a su “Rucia”:
“Desde mañana comienzo mi dieta”.
Ésta le rebuzna…
—¡No te creo, no te creo, no te creo!
El nuevo día enciende sus luces. Cada autor regresa a su cómodo hábitat. Reina el orden y el silencio.
Freddy Mora | Imprimir | 91